martes, 30 de junio de 2015

Las zarzas.





Hoy es un día cualquiera.

Camino sin prisas, después de hacer las compras en el supermercado y pasar por la farmacia. Ya avanzó la mañana pero aún se nota el frescor de las primeras horas del dia. Me aproximo al parque de los carballos y comienzo a oir las voces de los niños jugando a la pelota. Hay algunas madres con su carrito sentadas en los bancos a la sombra de los árboles. Un abuelo cogé de la mano a su nieto que llora porque alguíen no le deja su pala de la arena; el abuelo le dice que la palita para jugar con la arena no es de él, que más tarde le comprará una de regreso a casa. Sigo caminando, casi vagabundeo de regreso a casa.
-¡ Marise, Marise ... !
Miré a mi alrededor para ver quien me llamaba. Eran las zarzas, sentadas en la marquesina de la parada del bus, que acababan de verme; y me dí cuenta que incauta, a pesar de las prisas que tenía,  iba justo a pasar delante de ellas.  
Cerre los ojos y traté de cruzar la calle haciendo que no oía, pero en ese momento venía la furgoneta del pescadero y tuve que detenerme si no quería que me atropellase.
-¡ Marise, Marise ... !
-Cachis, demasiado tarde- miré haciendo un gesto de sorpresa.
- ¿Es a mi? - quien iba ser, si no.
Las tres viejecitas movían la cabeza afirmativamente, sonrientes saludando con la mano.
- Hola, hola. ¿Como va todo?-
Las zarzas te lían de tal manera que quedas enganchada en la chachara y no das escapado de ellas asi como asi.
- ¿Hija, no tendrás hora?- preguntó una de ellas
Mientras estas parada frente a ellas,  remangandote la manga para ver la esfera del reloj, te disparan otra  pregunta:
- ¿Tu no serás hija de una de las tal cualas ... ?
- ¡ No, no; yo no!. Yo soy hija de la tal cual-otra.
- ¡Ah.... , la hija de zitanita... y de fulanito!, que el otro dia estaba limpiando el santo en la iglesia y le cayo encima de un pie ?
- Si, si; menudó le pusó el pie el santo, tuvo que ir al hospital y todo.
- No, ese es familiar muy lejano mio por parte de ...

Te miran fijamente con los ojos abiertos y las cejas preguntonas ... No se lo voy poner tan facil.
- Yo soy hija de la que es yerno del marido de la hermana de la mujer – respondo.
- ¿ Pero cual de ellas, la que casó con ... o la que casó con la de la la otra?
- ¡ Joder, que tias ! ... - tic, tac, tic, tac

Esperan que abras la boca, con los ojos abiertos y las cejas preguntonas.
- No, la de la "lala...", no. Yo soy hija de Dolores de Marise.
- ¡Ah, claro!.
- Haberlo dicho hija, si es que sois identicas como dos gotas agua.

La zarzas saben bien la vida de todas y todos del lugar, y por pequeños detalles de la vida de cada cual que nadie apreciaría pueden detectar si algún marciano, o algún ser del espacio exterior o ultraexterior, o si alguna ideologia, por una casualidad te ha suplantado la personalidad.



mvf.



lunes, 8 de junio de 2015

Carolina.




Al funeral de Carolina, no fue casi nadie. 

A Carolina, le llamaban la cerda, o la guarra, por que satisfacía a los hombre en sus más bajos instintos. 
Ya era mayorcita, solo tenía un sobrino, que a veces venía a ver como estaba, y que en algún momento había intentado llevarla a un asilo sin conseguirlo.
Como todas las mañana el panadero paró al lado de la carretera, junto a las primeras casas de la aldea,  y pitó dos veces el claxon de la furgoneta. Los vecinos salieron de las casas y se  acercaron enseguida a comprar el pan.
Fue despachando las piezas de pan: una barra mediana para aquí; media bolla de pan para alla; una barra grande y tres bollitos, tiene tres hijos pequeños y son para la merieda; y al acabar preguntó: - ¿Y Carolina?
- La porca se habrá olvidado de venir a recoger el pan – dijo una – parece que estos dias no está muy bien.
El panadero se despidió de la gente, entró en su furgoneta, y arrancó por el camino adelante como había venido. Paró enfrente de la casa de la porca, que le quedaba de paso.
Apurado bajó del coche sin apagar el motor, abrió la puerte de atras de la furgoneta, cogió una barra de pan pequeña y se acercó a la puerta.
Y entonces gritó para que le oyeran dentro de la casa :
– ¡ Carolina, Carolina !. ¡Carolina ... !




A Carolina le llamaban asi por que los hombre son unos cerdos, o unos guarros, o como se diga; por que ella los quiso y los amo a todos, cuando tuvieron necesidad, sin pedirles nada a cambio.



-Bailaches Carolina?
-Bailei, si señor.
-Dime con quen bailaches.
-Bailei con meu amor.
-Bailaches Carolina?
-Bailei, si señor.
 - Co teu amor, Carolina,
non volvas a bailar,
porque che levanta a saia
e é moi mala de baixar.



mvf.