domingo, 19 de marzo de 2017

La television X - 12

Los resultados de vivir con María Gabriela comenzaron enseguida a percibirse en Roberto. Dejaba ver su felicidad ante los demás; porque si antes Roberto era poco hablador, ahora, con frecuencia, sin decir palabra, esbozaba una sonrisa en la comisura de sus labios; también se notaba que cambiaba de ropa con más frecuencia que antes, a fin de cuentas se nota en como viste cualquier hombre, si hay detrás una mujer; y tenía más ganas que antes de salir antes de tiempo del trabajo para regresar a su casa.
 
En el consistorio la nueva expresión sonriente del alcalde se introdujo en la vida de los funcionarios que trabajaban allí, y ahora podían estar sin hacer nada durante más días, escuchando, a la gente que venía al ayuntamiento a interrumpir la paz del trabajo, con la misma sonrisa que mostraba el alcalde.

- Pero estás seguro que se puede ver como crece la planta ?

- Si, pero tienes que estar quieto, mirando fijamente para la planta sin moverte, para notar como crece.
- ¿Y si viene alguien?
- Le dices con la mirada que espere.

La vida en Menciños transcurría apaciblemente durante la primavera hasta que un interventor de hacienda, que había venido de la capital para supervisar las cuentas del ayuntamiento, contó a sus compañeros lo que había ocurrido en Menciños. en la cafetería donde tomaba café con sus compañeros, al lado del trabajo.


 - ¡Una morenaza muy simpática y con buenos pechos; menudo bombón se echó el alcalde de Menciños por mujer!

Su jefe un alto funcionario de libre designación, cuando oyó la historia en la cafetería donde van los de hacienda, tan pronto llegó de regreso a su despacho descolgó el
teléfono y llamó a la secretaria, de la secretaria, de la secretaria ... bueno, a alguien que escuchaba chismes para darle el chivatazo al presidente regional del partido, de lo que había escuchado, sin decir donde, del alcalde de Menciños.

El asunto llamó la atención y finalmente alguien pensó, que sería bueno para el partido, sacar un
reportaje del pueblo de Menciños en el telediario del mediodía.

Una mañana aparecieron los de la televisión en el pueblo para hacer el reportaje. Llegaron en un turismo de color blanco, con letras azules a los costados. TvX


Eran tres: la reportera, una chica de piernas bonitas; el cámara, un joven greñoso y de barbas, y el conductor del vehículo. 
 
La reportera, con su micrófono en la mano, no paraba de correr y saltar sin dejar de hacer preguntas, en una variedad dialectal del galaico-español, porque sus padres eran de las Palmas y había encontrado trabajo en la TvX gracias a que tenía una abuela gallega que viviría en cualquier pueblo de ficción, deshabitado, abandonada y feliz con sus gallinas, su huerta y su cocina de leña: que tenía unas piernas tan bonitas como ella.

  - ¡Bos dias, somos da telivision X e vimos a Menciños ... !

Con ella arrastraba  al
cámara, que la perseguía constantemente para que no se escapara del alcance del ojo de vidrio de su videocámara.

 Se presentaron en la casa consistorial y después de que el conserje preguntara por teléfono, a no se sabe quien, este les cedió el paso y los acompañó conduciéndoles por las dependencias de la casa consistorial. 


Mientras el cámara grababa las  paredes blancas, y las puertas y las mesas de madera castaño, en las que se estampaba delante la siempre presente reportera X de la TvX, esta iba regalando preguntas que no esperaba que respondiesen.

   - ¡Bos dias, somos da telivision X!. ¿ Uds. trabaja aquí ...?

La funcionaria, una joven que
no había acabado los estudios, que era hija de la de la farmacia. Sin responder nada, la miró sonriente, a ella y al cámara, y le señaló con el dedo que entrara en el despacho del alcalde.

Llegaron y entraron
en el despacho del alcalde.



Allí estaba sentado Roberto y detrás de él estaban de pie, cubriendoles las espaldas, algunos de sus más próximos en la labor de gobierno del ayuntamiento.



- Y aquí el alcalde de Menciños
 -¡Bos dias, somos da telivision X!.¿ Uds. trabaja aquí ...?
-¡Aja!
 
Y como vinieron se fueron. No sin dejar caer que el martes de la siguiente semana pasarían el reportaje por la tele, en el comarcal de las dos.


mvf. 

lunes, 13 de marzo de 2017

Primavera n.s... 11

Las temperaturas al atardecer ya habían empezado a descender,


El día de San Valentín se despertó con un sol radiante que dio un brillo especial a las mimosas que crecen a los bordes de la carretera del pueblo, cuando corre paralela a la rivera del río a la entrada del pueblo.

La mañana soleada y la sorpresa de la temperatura cálida en un día de invierno, animó a la gente a vestir con prendas ligeras para salir de casa a realizar sus compras, ir a la farmacia ...

A primera hora de la tarde, Roberto, propuso a María Gabriela salir y dar una caminata por la ribera del rio. Pasearon cogidos de la mano, los dos acaramelados, dejándose ver por las personas que habían tenido la misma idea, y ahora igual que ellos, paseaban por el malecón del rio.

Después del paseo, Roberto y María Gabriela se acercaron al bar del pueblo. Allí, aprovechando el día habían puesto unas sillas frente al bar, a modo de terracita, y alguna mesa fuera, y se sentaron a tomar algo.

Pidieron unos cafés con leche y la gente que por allí pasaba les saludaban, o se paraban con ellos para hablar de alguna cosa sin importancia.  

Al lado de ellos, una abuela explicaba a su nieta, que jugaba sentada en el suelo sin hacerle mucho caso, como podía teñir de rojo con mercromina el pelo de su vieja muñeca. 

 Los niños, corrían dando gritos, jugando al pilla.

A las seis de la tarde, se aproximaron los últimos rayos de un día adelantado a la primavera y la temperatura comenzó a descender. Los niños continuaron un rato más pero buscando el abrigo de sus casas, enseguida fue desapareciendo todo el mundo de la calle. Y así terminó la corta tarde de invierno.

 Al regresar a casa Roberto pidió a María Gabriela que subiera con él hasta el desván y allí, delante de ella, levantó las tablas del suelo y le mostró el escondite donde guardaba el dinero de los regalos que recibía por las obras que se hacían en el ayuntamiento.

Y ante los ojos atónitos de María Gabriela, Roberto le dijo:

- Si yo muriese, el dinero que hay en este escondite es tuyo para que hagas con el lo que quieras.

Ese día de San Valentín,  María Gabriela en el desván, a Roberto...


mvf.











lunes, 6 de marzo de 2017

Chimichurri No son como nosotros 10

Mariví habló con Roberto y le dijo que se dejaran ver juntos, para acallar las habladurías que pudieran surgir por la nueva situación de la pareja, y siguiendo su consejo comenzaron a dar paseos por las tardes y comenzaron a ser vistos con frecuencia, en sitios concurridos como el malecon del rio, el parque de la carballeira - robledal - donde había bancos y mesas para merendar, y a veces llegaban hasta la iglesia dando la vuelta de regreso en el crucero. Algunas veces, al terminar su paseo se sentaban a tomar algún refresco en la terracita del bar del pueblo y allí  eran saludados por la gente que pasaba. Y así al cabo del tiempo sus convecinos se mostraron comprensivos con la nueva vida de Roberto y su pareja, que era acorde con los tiempos que vivimos.


  Quien no comprendió lo que había ocurrido fue el médico del pueblo, que no acababa de explicarse el amancebamiento de Roberto con la despampanante María Gabriela. Achacaba ese misterio a la complementariedad que el ser humano encuentra en su pareja. Y así el médico, en el casino del pueblo, aprovechaba para dar conferencias sobre este tema en las tertulias que se produjeron a raíz de que María Gabriela se fuera a vivir a la casa de Roberto, y entre el arrastro y el fallo con triunfos * tute, explicaba a los que jugaban con él los cafés a una partida de cartas, que si no se parecían en nada los novios, a la larga se beneficiarían obteniendo el uno del otro lo que a cada uno le faltaba.

Cuando las zarzas, madre e hija, fueron por recetas de sus medicinas, el medico les preguntó como era la vida de María Gabriela en la casa, cuando estuvo viviendo con ellas cuidándolas. Las zarzas se mantuvieron impertérritas, como dos águilas después de comer, a las preguntas del medico. Al cabo de un buen rato dando rodeos se rindió, y después de rellenarles las recetas para sus medicinas, les preguntó si necesitaban alguna cosa más.

 La tía abuela dio un respingo en la silla y carraspeó; entonces le contó como su madre  decía haber visto por las noches al diablo en forma de mujer, con zapatos de tacones altos y vestido exclusivamente con una chaqueta de cuero ceñida a su cuerpo femenino; no se atrevía a salir de su habitación por las noches, para ir al servicio y se levantaba por las mañanas con fuertes dolores de vejiga. El médico, después de escuchar contar atentamente los delirios de la anciana le recetó a mayores un jarabe y unas vitaminas, y quedaron en que volverían a la consulta al cabo dos semanas para ver si había mejoría.
Al cabo de diez días las ancianas volvieron de nuevo por la consulta. El medico volvió de nuevo a insistir para ver si de esta dejaban escapar alguna cosa, con el fin de reavivar sus conferencias en las tertulias

- ¡Pero has fallado con triunfos el as de bastos y tenías bastos!

por que el tema, desde los paseos de la pareja habia bajadno de interes en las tertulias.



 Finalmente la tía abuela explicó como su madre fue dejando de  tener visiones nocturnas

- Seguramente era culpa de las arepas fritas que cenaban con frecuencia, cuando Maria Gabriela les cuidaba.








mvf.