lunes, 25 de marzo de 2013

el sisa una vez más












Hace tiempo el sisa había querido ingresar en la guardia civil, y para ello tenía que superar unas pruebas físicas y un examen de aptitud.

Así que empezó a madrugar para prepararse físicamente. Se levantaba, desayunaba una tostada y tomaba un vaso de leche, y antes que asomaran los primeros rayos del sol salía a correr.

El primer día ladraron todos los perros del vecindario y con el sisa madrugó todo el mundo.

Ese día cuando la gente comenzó a salir a la calle para hacer la compra todo el mundo andaba con la pregunta en la boca:  - ¿ cual fue el motivo porque se despertaron todos los perros del vecindario ? .

Al final , “ una de las macetas “ que como no se mueven en todo el día necesitan dormir menos que los demás, a la hora del coger el pan le contó al panadero y a las vecinas allí presentes:



- Yo estaba despierta, planchando unas camisas, y al oír los ladridos de los perros me asome a mirar por la ventana; a penas pude observar en la penumbra la silueta de  un hombre menudito, corriendo en dirección al monte; saltaba encima de los dedos de los pies de una manera que me resultaba familiar; pero por más que trate de recordar no supe quien era.  Al cabo de un rato volvieron a ladrar los perros, era el mismo hombre que venía de regreso; entonces lo ví más claramente: era el sisa.

Y así el panadero mientras hacia su reparto fue contando toda la historia.



      - ¿ Y que es lo que estará tramando el sisa ? - Se preguntó la gente.



Pasó el día y nuevamente nada ocurrió.



El sisa volvió a correr al día siguiente, pero esta vez los gallos del vecindario, que el día anterior habían sido pillados por sorpresa, empezaron a cantar a la hora en que se encendió la luz de la habitación en la casa del sisa, anticipándose a los perros, y cuando el sisa salió para echar a correr ya todo el mundo estaba despierto para verle.

Y los comentarios del segundo día siguiente fueron los mismos añadiéndose además :

       - Fuera lo que fuese, lo hizo mal y tuvo que repetir la operación.

 Pero ese mismo día llegado al anochecer tampoco ocurrió nada.



Volvió a ocurrir lo mismo el tercer día siguiente. Y al final la gente dijo:



    - Fuera lo que fuese, lo que estaba tramando el sisa, había de necesitar intentarlo varias veces para que saliese bien. Era el sisa.



Y así fue como la gente se acostumbró al correr del sisa con los primeros rayos del sol del día, y los gallos y los perros terminaron por dejar de despertar al vecindario cuando salía de su casa al amanecer.



Faltaban pocos días para la prueba cuando nos enteramos por la madre del sisa que su hijo estaba preparando las pruebas para ingresar en la guardia civil porque ya era imposible tenerlo oculto por más tiempo.

El día de la prueba, el sisa y su madre marcharon a la coruña en el autobús de las siete da la mañana. Como era de esperar el sisa fue rechazado por no dar la talla mínima que se requería para los aspirantes. Tan pronto regresaron los dos de la capital, la madre del sisa nos llamó para pedir el número de teléfono de nuestro abogado. Quería demandar a la guardia civil porque era un discriminación que a su hijo por ser hombre le pidiesen una talla mayor que las que le piden a las mujeres par poder ingresar como aspirante.


Afortunadamente el sisa abandonó enseguida la idea de querer ser guardia civil, porque  karusso,  el patriarca de los gitanos,  encontrándose en la feria con él acertó a convencerlo, con su extraño acento de los países del este, que como con su estatura estaba hecho para entrar por todos los huecos por donde nadie podía meterse, debía vivir en paz consigo mismo y dedicarse a ayudar a sus vecinos y amigos, cuando habían extraviado las llaves de abrir la puerta de sus casas, y no malgastar su talento ingresando en la guardia civil.


mvf

domingo, 17 de marzo de 2013

cosas que se pierden con la edad.





Mi padre no acostumbra a desayunar en casa, toma un par de vasos de agua al levantarse, y después de arreglarse sale a la calle para tomar un café y leer la prensa. Pero a veces mi padre antes de marchar busca un chocolate con almendras que esconde mi madre. Todo el mundo sabe donde está escondido el chocolate, pero mi padre entra en la cocina cuando nadie está, abre el mueble alto pegado al lado del frigorífico, y detras de unas ensaladeras grandes, junto a unas bandejas de acero, está escondido el chocolate.
Mi padre coge la tableta; quita del envoltorio de papel, desenvolviendo sin hacer apenas ruido el chocolate, rompe un trozo, y vuelve a dejar el chocolate donde estaba; y con el chocolate dentro de la boca, dandole vueltas despacito para que se deshaga poco a poco dejando la almendra para el final; sigilosamente desaparece de la cocina como un vil truhan .

Estaba mirando por la ventana las flores que aparecían en los manzanos de la huerta con la entrada de la primavera, cuando me dí cuenta que mi padre llevaba rato dando vueltas por la casa gruñendo.



          - ¿ papa, te pasa algo ? - le pregunté.
          - Nada nada, no te preocupes, hija - me respondió.



Yo seguí tranquilamente pensando en la entrada de la primavera.
Mucha gente no sabe que los manzanos, los almendros, los cerezos ... y la mayoría de los arboles frutales son de la familia de las rosaceas... y todos ellos florecen al comienzo de la primavera.
Reacción y contrareacción.

Ya llevaba mi padre un buen rato dando vueltas por la casa sin marchar y apareció mi madre preocupada : - ¿ marise tu sabes que mosca le ha picado a tu padre que no hace más que dar vueltas por la casa ? .
El tema no era que mi padre diese vueltas por la casa, el tema era que mi padre aún no había desaparecido saliendo a tomar su cafe y leer la prensa como era de costumbre y con ello se estaban alterando las costumbres de mi madre.
Pasó media mañana y mi padre y mi madre iban dando vueltas por la casa gruñendo hasta que llegado un momento en que se encontraron frente a frente en el pasillo, mi padre le soltó a mi madre la siguiente pregunta:
    - Dolores de marise - * el nombre de mi madre, que por lo escrito hasta aquí se habrá visto que solo se utiliza para los grandes eventos - ¿alguien cambio de sitio el chocolate que tienes escondido en el mueble que está al lado de la nevera ?.

Esa mañana mi padre se había encontrado que no estaba la tableta de chocolate escondida en su sitio. No es que estuviera escondida en otro sitio, simplemente se había terminado.
La mayoría de las veces mi padre que es quien se come el chocolate se acuerda de comprar la tableta al hacer la compra y se la trae a mi madre para que la vuelva a esconder “ en el sitio consabido” , y entre los dos se da el siguiente rito:
    - Toma tu tableta de chocolate, la acabé yo el otro día – le dice mi padre.
    Mi madre le mira poniendo cara de sorpresa: - ¿ y como sabías tu donde estaba escondido mi chocolate ?
    Entonces mi padre se encoge de hombros, no tiene respuesta para ello.
    - ¿ Y como te comes tu mi chocolate ?. Como te vuelvas tu comer mi chocolate … - le regaña mi madre.
    Y mi padre se excusa - ¡ solo quedaba un cachito !.

Al oir la pregunta que le hacia mi padre en el pasillo, que llevaba toda la mañana molestando en la casa, mi madre le miró con fuego en los ojos y le gritó: 
    - ¡ Pues ahora a la tarde vas tener que ir a comprar chocolate y espero que esta vez no te me lo comas todo !.

Bueno, ¿ por donde iba contando antes de que nos interrumpiesen ? . Por lo de los árboles frutales.
No es que a mi me guste mucho la fruta, a mi lo que me gustaba cuando era pequeña, era ir a robar la fruta a los árboles de los vecinos, y si estos salían gritando : - ¡¡ Ahhhhhhhhhhhhh .... malandrines .... !! - y hasta tiraban perdigonadas de sal, mejor.
Cosas que se pierden con la edad. 


s.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Los niños y el mentor



Una tarde de otoño el mentor llevó a los niños de paseo al campo; uno de los niños era un gitanillo, una estrellita que la noche no quería; y el otro, la niña, una estrellita que en el cielo no cabía; juntos no llenaban sus años dos manos.
Después de andar por un camino entre manzanos y nogales, llegaron hasta un viejo pozo de campo. Era un viejo pozo del que se extraía el agua de la tierra con un cigüeño que pervivía al paso del tiempo.
Al llegar, junto a la sombra de una higuera, se sentaron en un banco  hecho con piedras apiladas que se había recogido del campo de labradío; entonces el mentor de los niños les dijo que mantuviesen silencio, cruzando su dedo índice en los labios.
No tardó en llegar un pequeño pájaro negro que sin hacerles caso se puso a picar los brotes verdes de la hierba que había alrededor del pozo.
Mirad ese pájaro negro – dijo en voz baja a los niños – todas las tardes viene a comer aquí antes de hacerse la noche. -¿Sabéis como se llama ?
Los niños esperaban en silencio la respuesta con sus ojos.
 -  Es un mirlo; - continuó -  mirad, su pico es de color anaranjado.
Los niños son como los pájaros – les dijo el mentor de nuevo.
 ¿ Y que pajaros seriamos nosotros ?  - preguntó el gitanillo.
    Y el mentor dijo a los niños: - Los niños sin padres sois como los cuervos, nadie se fija en ellos por el color negro de sus plumas y por eso no ven el intenso brillo azulado de vuestro plumaje.
     ¿ Y porque teniendo todos los niños padres nosotros no los tenemos ? - preguntó el gitanillo de nuevo.
No os preocupéis por esas cosas – le respondió el mentor -– La vida comienza como un cielo azul limpio y claro que todo el mundo tiene que volar - .
Y entonces les dio un empujoncito en sus espaldas para que echasen a correr por el campo.

Los niños corrían con los brazos extendidos surcando los campos como si fueran pájaros. Mientras los ojos del hombre se cerraban con el sueño.
Ya comenzaba anochecer cuando los niños regresaron de jugar por los campos y viendo a su mentor dormido se sentaron junto a él, recostando sus cabecitas encima de su cuerpo. El hombre, al sentir el calor de sus cuerpecitos,  despertó y pasó sus manos acariciando el pelo de sus cabezas para volverse a dormir. Ahora no distinguía entre los niños y los pájaros que volaban en el cielo. Cuando se dio de cuenta él podía volar también y extendió sus alas en el aire  para surcar por un cielo claro y limpio como el de los niños.
A la noche vinieron a buscarlos, y los niños se pusieron muy tristes: Sintieron que su mentor los había abandonado, porque el corazón de su maestro no regresaba de volar.

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