lunes, 2 de julio de 2012

los recados 15





El sisa se estaba mirando en el espejo.Cogió el peine y comenzó a estirar el pelo de un lado de la cabeza para el otro para cubrir así la calva, que brillaba desde la frente al cogote.

Después cogió el tubo de laca de su madre y comenzó a girarlo como un satélite, alrededor de su cabeza despoblada, apretando el pulverizador.
Una espesa y pegajosa niebla se convirtió en la momentánea atmósfera de ese planeta inhóspito.
Cuando terminó soltó el tubo de laca depositándolo en la repisa del lavabo. Miró para el espejo de nuevo y empezó a atusarse, comprimiendo esmeradamente el escaso pelo que tenía a los lados de la cabeza, mientras el planeta en clara rebeldía con su atmosfera invasora empezaba a despejarse poco a poco.
 
Finalizada  toda la operación se abrochó la camisa rosa que había puesto, y se arremango cuidadosamente las mangas destapando sus brazos delgados y peludos.
Mirándose para el espejo empezó a danzar ladeando su cuerpo para los lados para verse mejor como había quedado; detrás de él se veía desde el espejo la toalla sobre la bañera y la cortina de la ducha.
 Juzgó que ya estaba lo suficientemente bien para salir de casa e ir a ver a sus amistades. Entonces se abrió la puerta del cuarto de baño y entró su madre.

Llamaron los de la batea-, Le dijo - Dijeron que estas castigado en casa sin salir y que estoy encargada de custodiarte y vigilar que cumplas su recado –
La madre esperó que su hijo la mirase y después arrancó de nuevo - Otra cosa. También dijeron que de parte de “ tu Madrina “, que quiere verte- añadiendo - Y de paso que vas, le lleves unos tomates y unas ramitas de orégano; que va hacer unos macarrones -.


y ya que su hijo había quedado paralizado al oír el recado, la madre aprovechó la ocasión y continuó, llena de orgullo por su encargo de vigilancia encomendado: - No marches sin hacer la cama y dejar la ropa sucia recogida para poner una lavadora, y cuando vuelvas te cambias que hay que matar una gallina y desplumarla - .

Por la mañana mi padre decidió llevarme al pueblo en coche y darme una lección.
Así que llegamos a un semáforo en rojo mi padre me dijo silenciosamente, echándome una amplia sonrisa: - Te vas enterar como se conduce por el mundo adelante-

Se metió por la acera derecha y mientras los adelantaba con el coche dejó a todos pasmados, haciendo la cola, esperando que cambiara el semáforo a verde.

Yo abrí los ojos con asombro al ver lo que hacia mi padre y al ladear la cabeza, mirando para otro lado para no cruzarme con las miradas de los atonitos vecinos, desde la ventanilla divise al sisa cumpliendo su encargo, que al verme saludaba con la mano a lo lejos.

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