lunes, 31 de octubre de 2011

poker de ases 4º



En un descanso, los operarios del ayuntamiento entraron en el corral y se acercaron a donde estaba para vaca para limpiar la hierba esparciada al su alrededor y con disimulo, mientras que seguía comiendo con la indiferencia que lo había hecho hasta ahora durante el desarrollo del concurso, dejaron a su vista el lado más apetitoso de las alpacas de paja. Cuando se retiraron, por la megafonía instalada en el palco de la fiesta, se anuncío el siguiente concursante. Entraba ahora en el corral, a recitar, el sobrino de la concejala.

Así que entró el sobrinisimo, con todos los ases de la partida guardados bajo la manga, se aclaró la voz regalando a los presentes unos gorjeos. Acto seguido, con ademanes teatreles, hincó la rodilla en el suelo  - Ya se veía con tanta teatrada que él no conocía el oficio de vaquero sino el beneficio del concurso- y cuando se hizo el  silencio arrancó declamando un fragmento del Don Juan Tenorio de Zorrilla,  a grito pelado, para que le escuchasen al otro lado de la orilla.

                                Esas dos líquidas perlas
                                         se desprenden tranquilas
                                         de tus radiantes pupilas
                                         convidándome a beberlas,
                                         evaporarse, a no verlas,
                                          de sí mismas al calor;
                                          y ese encendido color
                                          que en tu semblante no había
                                          ¿no es verdad, hermosa mía,
                                           que están respirando amor?
                                            ¡Oh! Sí, mi bellísima bestia
                                            espejo y luz de mis ojos;
                                            escuchame sin enojos,
                                            como lo haces, amor es:
                                            mira aquí a tus plantas, pues,
                                            todo el altivo rigor
                                            de este corazón traidor
                                            que rendirse no creía,
                                            adorando, vida mía,
                                            la esclavitud de tu amor.



Y al acabar la poesía, para que el animal le siguiese, pegó un fuerte berro montes aplicando en el grito una sonoridad imposible de tranascribir en perfecto castellano.

Eiii vaca Ehhhhhhhhhhhhhhiiiiiii !!! 

Como se había urdido con el truco de la alpaca, la vaca, al oir el grito, moviendo las orejas y balanceandose el rabo a los lados de sus ancas con el meneo de su andar, se desplazó lo justo para acercar sus mandibulas a la comida y arrancar un bocado de yerba de la alpaca para seguir comiendo.

  Al ver la distancia salvada por el apetito de la vaca, los familiares, amigos y demás devotos del sobrino arrancaron en un fuerte aplauso puesto que el animal hasta ahora no se había movido lo más mínimo.
Los que más efusivos y contentos se pusieron fueron los de la familia de la labrada que al ver el truco de las alpacas, que habían usado para que se moviera el animal, captaron la esencia del cuento del burro y la zanahoria. Y cayeron en la cuenta de que hasta ahora no se les había ocurrido poner el carro, cargado de hierba, delante de la vaca para torcer su tozudez.

Yo me quedé absorta, pensando para mi que tendría la poesía de Zorrilla. Recordando tantos recitales que había tragado, en los que el galán se atrevía a decir a doña Ines que sus poros se abrían respirando mucho mejor, mientras que con mi vista seguía inocentemente el movimiento de las manos en blanco y negro, suplicantes de los poros de doña Ines.
 - Claro que mi galán lo he encontrado en un rastro y lo tengo en el dormitorio donde me sirve para colgar la camisa, el sujetador y los pantalones plegados durante la noche; y me hace compañía mientras sueño con mi amado amante lamiendo y tapando mis poros abiertos, hasta el sudoroso amanacer.
 
 Durante esta distracción mi padre desapareció de mi lado y había entrado dentro del recinto de vaca por que era el último concursante

El publico que estaba distraido después del exito de la actuación del sobrinisimo, no prestaron mucha atención a la entrada del último concursante, pero cuando reconocieron a mi padre , que se había puesto delante de la vaca, con la cara y las manos rojas por la tintura de iodo, de las curas de sus heridas recibidas en la caida sobre las zarzas,  rompieron a reir de distintos modos: unas, eran las risotadas de los enemigos y otras las risas de los convecinos que acompañaban su valentía con aplausos.


La vaca agitó una oreja al notar en ella el ruido procedente de la algarada del publico y al ver frente a ella a un hombre con tintura de yodo, se sintió inquieta. 
Los dos se miraron a los ojos; cada uno para ver lo que hacía el otro.
Entonces, cuando hubo un momento de confianza, mi padre, que había elegido una poesia del Quijote de Miguel de Cervantes,  comenzó su recitado, haciendo muecas y aspavientos, como habían hecho todos los anteriores concursantes


                                    yo no sé si podré afirmar ,
                                    si mi dulce amada gusta o no ,
                                   de que todo el mundo sepa que yo la sirvo;
                                    solo sé decir que su nombre es dulcinea,
                                    su patria el toboso, un lugar de la mancha.
                                    Su calidad por lo menos ha de ser princesa,
                                     pues es reina y señora mia.
                                     Su hermosura sobrehumana,
                                     pues en ella se vienen a hacer verdaderos
                                     todos los imposibles y quiméricos,
                                     atributos de belleza
                                    que los poetas dan a sus damas:
                                    que sus cabellos son oro,
                                     su frente campos elíseos,
                                     sus cejas arcos del cielo,
                                     sus ojos soles, sus mejillas rosas,
                                     sus labios corales, perlas sus dientes,
                                     alabastro su cuello, mármol su pecho,
                                     marfil sus manos, su blancura nieve,
                                    las partes que a la vista humana
                                    encubrió la honestidad son tales,
                                     según yo pienso y entiendo,
                                     que sólo la discreta consideración
                                     puede encarecerlas y no compararlas.


Al terminar, el publico que hasta ahora había estado escuchando,  esperando el grito final tras el recitado de la prosa de don Miguel, calló dando lugar a un tenso silencio.
Pero mi padre, que ya es mayor y no estaba para ir berrando al ganado por el monte, se había olvidado del consabido grito final que remataba la actuación.
 La vaca se había puesto en guardía al ver los gestos y muecas, que mi padre realizó frente a ella, durante su recitado, pero tan pronto notó la respiración contenida del publico, sintió un creciente e inminente peligro, y antes de esperar a ver que ocurría decidió tomar la inicitiva. Miró para mi padre, enderezó el rabo en horizontal, levantó las orejas, rasgó el suelo con la pierna derecha, bajó la cabeza apuntando con su escasa cornamenta, como si fuera un mastín de presa que señalaba con su mirada certera el encuentro de un jabalí, arrancó a andar con la bravura de tiro del animal para arremeter contra el hombre pintado de yodo que tenía frente a ella y sacarlo en empujones del corral.
 
Mi padre al ver que se le echaba encima la vaca a puró de salir del corral, saltando con una inusitada agilidad el vayado con el que se había construido el recinto.
El clamor fue inmediato y al ver la corrida y el salto del vayado, los que estaban próximos a él y que lo recogieron en el exterior del recinto, apesar de la ojeriza de la bancada de las autoridades,  le auparon a hombros clamando con entusiasmo la victoría para el ganador, entre gritos y aplausos del  publico.
  
¿Pero como se había quedado sin premio el sobrinisimo de la concejala?¿Y quien se iba a atrever hacerse la foto para el periodico, entregando el premio al padre de Marise?




Amigos, yo solo soy la mano que escribe de marise ,
no tengo respuestas a las preguntas que tengais.

Próxima semana
continuara



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