lunes, 18 de abril de 2011

sobre la vida y la muerte o la leyenda del samain 5º

Y al llegar la batida a unos veinte metros de donde estaban los penitentes – Xil y su acompañante estaban un poco más apartados desde la dirección de los de la batida- . Los devotos penitentes, decidieron poner pies por medio. Uno hacia donde habían dejado el coche y la moza, a medio vestir, hacia la espesura.
El señor cura llegó a duras penas hacia el coche, que era el que tenía para hacer el recorrido por las parroquias que estaban a su cargo, y al verse rodeado por los focos que le persiguieron en su escapada. - Puesto que se dirigieron en su búsqueda, sorprendidos por el repentino ruido que hizo en la huida- . Al llegar al coche y sintiéndose pillado in fraganti por este grupo de conjurados para la broma, entre ellos una pareja de la guardia civil. Abrió la puerta del vehículo y metiendo la mano en la guantera del coche, sacó una biblia, negra y de mucho uso, la cual puso en el capó del coche y poniendo la mano encima de ella dijo a los presentes en voz alta, que juraba por la sagrada biblia: que él solo estaba allí para rezar el rosario en un lugar apartado, y que había acabado precipitadamente la penitencia, y echado a correr de repente con las prisas que estaba acostumbrado, por que él era cura párroco de cinco párroquias y no podía estar a las cinco a la vez...
Pero mientras tanto la moza, que había alcanzado la espesura ocultándose , echó o a correr en dirección contraría, dirigiendose sin saberlo, hacia donde estaban apostados el baltarin y sus escoltas y al llegar donde estaban, estos encendieron sus focos de repente, sorprendidos por el repentino ruido que desencadeno en su carrera dandose a la fuga. Esta cegada por la luz ,no pudo evitar resbalar y caer al suelo, rodando su cuerpo hasta llegar a los escoltas que estaban ocultos, a quienes derribo como a dos bolos, uno de tras de otro. Entonces se incorporó de pie y pegó un salto llevándose también al baltarin y con ella el saco que utilizo para cubrirse. Y siguió corriendo como si la persiguiese el mísmisimo pecado mortal, desapareciendo en la negrura de la noche.
Levantándose los tres, uno de los escoltas, el más joven, dijo apurado y avergonzado, para justificar su ineficacia por el fracaso de la misión - no estábamos debidamente preparados para una presa tan grande. Era un cozorello enorme.
Yo le vi que tenía un taparrabos muy peludo y grande - replicó el segundo escolta - y que nunca oyera que el cozorello tenia dos tetas de tal impresionante belleza que dejaban a uno paralizado bajo la luz de la luna Que no podía ser si no el hechizo de una malvada bruja o algo semejante, por que había quedado parado sin poder moverse ni atraparla.
- ! No hemos podido atraparlo ¡ - dijeron los dos a la vez.
El figuras, no dando crédito al fracaso de su caza y no queriendo venirse con las manos vacías ni sin el rédito que le habría sacado a dicha captura. Y con el miedo a su padre, que era quien había concebido la téatrada, ofreciendo a su hijo como ternero para el sacrificio en el altar de las novatadas, puesto que se jugaba un numero muy importante de votos entre los comensales del banquete . Empezó a bramar que - que ya buscaría responsables del fracaso de su capricho. Y que ya su padre tomaría medidas y rodarían cabezas …
Atrayendo a todos los grupo de personas que por esa hora vagaban en el monte participando en el evento, destacando entre ellos por la exageración de sus pertrechos, el alcalde y su comitiva de palmeros.
Fue entonces cuando apareció Quasimodo con un gorro de zarzas y ramas, renqueando como si le dolieran las piernas, y aproximándose, empezó a calmar al desaforado, diciéndole que ellos le dirían a la prensa que el cozorello cayó en la trampa, como estaba previsto, y que se decidió dejarlo libre por no estar reglamentada su captura y para evitar el ser atacados por ecologistas que invadieron la zona. Explicaciones que se dirían de tal manera que se beneficiase de lo ocurrido, alcanzando honra y fama como a los cazadores de la vieja época. Y que por los votos de su padre no se preocupase, que él mismo visitaría todas las cocinas de la comarca, con la papeleta en sobre cerrado, y no iba quedar sin ningún voto. Calmándose entonces el berrinche del baltarín, según oia estas balsamicas palabras, que se fue tornando en agradecimiento mientras pensaba en la satisfacción de su tiránico padre.
El alcalde del lugar, que como habíamos dicho también estaba en la patraña, después de haber estado agonizando políticamente todo el día, viendo como pasaba de perder su cabeza a poder ganar un escaño en la diputación de la provincia o en el parlamento gallego, o una dirección general de algo aunque fuera en Baratavia. No dando crédito a lo que veía y oía y a como se resolvían las cosas a su favor.
Mirando para Quasimodo, dijo ante los presentes
- Quasimodo, vas a ser cabo de la municipal.


continuará

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