Marise y sus amigos: Thelma y Quasimodo, están tumbados encima de la arena, descansando en la playa después de correr al lado de las olas, mojando sus pies en el agua del mar,. Detras de ellos, alejandose de la playa se oye ruido y gritos. Es la fiesta de los callos, que hacen en el pueblo, acompañados de pan, cazuela y vino, y a la que asisten todos los vecinos desde siempre sin saber ya el origen de dicha fiesta.
Los tres niños, terminaron de vaciar sus cazuelas rebosantes de callos y con permiso de sus padres escaparon a la playa a jugar.
El viento sacude la arena de las dunas por encima de ellos.
Los niños, con sus pies descalzos y mojados, y sus pechos aún jadeantes de correr persiguiéndose, agotados, se han tirado a descansar sobre la arena de la playa. Ahora miran en silencio las estrellas, llenando sus ojos con la inmensidad del firmamento.
Al fondo se oye el ruido de las olas.
Marise aspira hondamente el aire fresco de la noche y dice:
- Yo cuando sea mayor quiero ser cocinera.
Sus amigos al oir esto rompen a reír.
Quasimodo - Marise, yo no te contrataría como
cocinera
Thelma - ¿Así tan grande que eres y con lo que te gusta comer, quien te
iba contratar como cocinera?
Marise: - Las apariencias engañan mucho, yo
apenas como nada.
- ¡ Si y estas adelgazando siempre!- responden al unísono sus amigos.
Quasimodo - Se ve bien como te gusta comer.
Marise, no digas tonterias.
Thelma - Comer nada no engorda, lo que
engorda es que comes mucho de todo lo demás.
Vuelve el silencio. El aire,
arrastrando arena de la playa, deja caer unos granos encima de los ojos de
Thelma y esta se restriega los ojos para sacárselos.
Marise - Podría ser peluquera
Quasimodo- ¡Menudas tijeras tendrías que
usar con las manos tan grandes que tienes!¡ La del pescado!
Thelma - ¿Y quien se iba a poner en tus
manos ?. Yo porque te conozco; pero aún así da miedo tan solo pensar en verte abriendo y cerrando en alto las hojas de las tijeras en el aire.
Se ríen haciéndose burlas entre ellos.
Regresa el silencio de nuevo.
Bajo el tintinear del brillo de las estrellas parece solo existir el ruido de las olas del mar yendo a morir sobre la arena de la playa.
Acompañando el ruido de las olas, gira el haz luminoso de un faro desde una de las puntas donde termina la
playa. Del extremo contrario la playa termina en un riachuelo, que ahora
con la marea baja, hace en su desembocadura un profundo surco en la arena.
Marise - Podía ser camarera.
Thelma - Marise, cuantos iban a caber contigo
dentro del bar. Con tu tamaño, no podrían caber dos dentro de la barra; para moverse de un lado a otro habría que pasar
por encima tuya.
Quasimodo – Claro, y para atender los clientes tropezarías con las mesas, tirando todas las cosas.
Thelma - Y si te agachabas para
recoger algo caido seguro que al levantarte le metías el codo en el ojo de algún cliente sentado en una mesa.
Marise parece rendirse en un largo silencio.
Quasimodo - Podrías jugar a fútbol, eso si
que se te da bien.
Marise - Yo a fútbol solo juego para
defenderme de los mocosos que se meten conmigo en el recreo.
Como no les podía pegar, porque asi que me acercaba a alguno se ponía a chillar para llamar la atención de los
profesores y que me riñesen, se me ocurrió jugar a fútbol y darles una patada en las
canillas a uno o hacerle la zancadilla a otro, o
una colleja a cualquiera de ellos, ajustando las cuentas sin llamar la atención.
Quasimodo - Pero tienes que reconocer, que por
que eres una castigadora todo el mundo te disputa para juegues con ellos.
Marise - No, eso no me gusta. Además hay
mucha discriminación con las chicas en el fútbol. No me veo yo ahi.
Thelma - Podías ser contrabandista como toda
tu familia.
Quasimodo, riéndose - Y les hundes el barco a los guardacostas mientras tus tíos descargan los cartones de
tabaco de la chalana.
Se hace el silencio mientras miran para el cielo. Durante un tiempo pierden su
vista entre las estrellas; tal vez pensando que entre ellas se pueda esconder
algo de lo que el destino depara a cada uno.
Thelma - Mi padre dice que el tiempo tiene solución para todo.
Marise, pregunta pensativa.- ¿Quieres decir
que con el tiempo habrá un lugar en el mundo para mi?
Thelma - No Marise, quiero decir que con el
tiempo el mundo tal vez se acostumbre al poco espacio que le dejas.
A lo lejos, detrás de donde están
ellos, se oyen voces que los llaman, sus padres, que vuelvan para regresar a casa.
Los niños se levantan, sacuden la arena de
sus ropas, y después de calzarse echan a correr en dirección a las voces.
Mejor déjalo correr, Marise.