martes, 24 de agosto de 2021

anduriña y enjuto

El fin de semana pasado, el sábado, Anduriña marchó con sus tres primas al monte do Beo, en Malpica; porque Lucia, la más pequeña de las tres hermanas, tenía una verruga en la mano desde hace algún tiempo y quería que desapareciera. Cuando llegaron, al Beo, mientras Anduriña acompañaba a Lucía a la fuente de las verrugas, las otras dos hermanas, María y Lola, aprovecharon para dar un paseo hasta el mirador de la ermita de San Hadrian.

Al llegar a la fuente Lucía sacó del interior de su bolso un trapo blanco que traía de casa. Se agachó para meterlo bajo el agua que salía del caño y con el mojado se limpió la verruga de la mano siete veces. Al terminar se irguió de nuevo y miró a los lados de la fuente.

- A mi me dijeron que tenía que dejar el paño aquí para que cuando se seque desaparezca la verruga

- No sé, a mi me parece que lo mejor es untarla varios días con la leche amarilla de la celidonia

 y dejó su trapo junto con otros trapos de distintos colores y tamaños, que habían dejado colgados por los arbustos de los alrededores de la fuente.

- Bueno, ahora iremos a buscar a mis hermanas. 

Y marcharon a buscar a la herminta a María y a Lola.

De regreso del viaje de Malpica aprovecharon para acercarse a merendar a Laxe.

Este fin de semana, Anduriña y sus primas, estaban invitadas a casa de sus tios del Brasil, que durante el verano regresaban para pasar las vacaciones en España, para poder ir por la noche a las fiestas de Camariñas.

Terminaron de cenar cuando sonaron las primeras bombas anunciándo el comienzo de la verbena. Entre todas ayudaron a su tía a recoger la mesa y a limpiar la cocina; y después de arreglarse y quedar a la hora en que se recogerían, salieron para la verbena despues de despedirse de sus tios, y prometerles que estarían en casa a la hora.

La fiesta estaba cerca del puerto y al llegar ya estaba sonando la orquesta.

La orquesta estaba formada por tres hermanos que tocaban los instrumentos de viento; el teclista, que había hecho la mili en Valladolid y había tocado allí la gaita en la banda militar; el bajista, el más alto del grupo, tocaba desde una esquina del palco pues tenía prohibido moverse de allí y ponerse delante de sus compañeros, quitándoles de ser vistos por el publico; el batería, en aquella época se desconocía lo que era ser hiperactivo, y por si acaso se escapaba del ritmo de la canción, los tres hermanos apuntaban sus instrumentos de viento encima de él para, si iba demasiado rapido, tocar la musica en sus orejas haciendole llevar el tiempo de la canción. Delante del grupo se ponía un guitarrista zurdo que deslizaba los dedos por el mastil de la guitarra en la mayoría de las canciones, era el que más bebía y el que menos ligaba, pues la mayoría de las veces acababa durmiendo en el camión de la orquesta, donde transportaban los instrumentos, y sus compañeros lo tenían que llevar a dormir a casa; y un joven de pelo corto, vestido de traje, que micrófono en ristre desgañitaba todas las canciones que tocaban. 

Y después de está descripción de los musicos, aunque pareciese lo contrario, tocando juntos en el palco de la fiesta, amenizaban la verbena.

Los primeros bailes de la noche fueron pasodobles para la gente mayor que venía a dar un paseo por la verbena después de cenar. Estaban también los niños y niñas, que les daba igual lo que tocasen, corrían y gritaban por el lugar de la fiesta y eran los que primeros que se recogían.

Pasearon por la fiesta rodeadas por el bullicio y la charanga de las atracciones, iluminada con bombillas de colores, incandescentes, soldadas en hilo de hierro galvanizado que pendía de un lugar a otro, desde las casas de la plaza del puerto, suplantando el cielo de las estrellas.

Jugaron unos boletos en la tómbola que siempre tocaba, pero no hubo suerte. Echaron unos viajes en las barcas voladoras, que sentadas en el interior, tirando de unas cuerdas de esparto, se movían en el aire como columpios. Compraron unas nubes de azúcar, que fueron comiendo mientras paseaban. Tiraron unos balines en una de las barracas de tiro de la fiesta, donde Lola, la mayor de las primas de Anduriña, que tenía buen ojo, ganó un muñeco de goma, de un gato de los dibujos animados famoso en aquella época...

 - ¡Anduriña, yo se que este verano te vas enamorar! - Gritó Lucía.

Lucía era la que más disfrutaba en la fiesta porque aún era niña y se quería casar antes que sus hermanas, las mayores.

 mvf.

 


martes, 10 de agosto de 2021

Anduriña 2

Anduriña era una mujer de buen ver; tenía el pelo rubia y sus ojos eran  azules como el agua del océano en primavera. Terminaba de cumplir veintiséis años, cuando su madre, preocupada por su soltería, le dijo que pensara en casarse; poniéndole por ejemplo que la mayoría de sus amistades ya tenían uno o dos hijos, las que menos.

No le faltaban pretendientes, pero los rechazaba siempre de manera educada, sin darle pie a sus pretensiones y procurando siempre no airearlos; aún así algunos de ellos, despechados por su rechazo, dieron por levantar calumnias, hacía su persona, diciendo que les había rechazado porque no era mujer que le gustaran los hombres. Sin embargo la verdad era que amaba a un joven de Muxia, conocido con el sobrenombre de enjuto por ser larguirucho y flaco. Enjuto se llamaba Anselmo y desde el colegio, donde coincidieran de pequeños, huía de ella nada más verla, por que no sabía estar cerca de Anduriña sin echarse a temblar.

Casadas la mayoría de sus amigas, se había quedado sin amistades y solo tenía una primas con las que quedaba para salir e ir a las fiestas. Principalmente, porque a sus tíos les agradaba su compañía, como era  trabajadora y responsable, para que guiases a sus hijas con su buen ejemplo y discreción. 

 Anduriña escribía poesías secretamente para escapar de su naciente soledad. Recluida por las tardes en su casa, al regresar de su trabajo, había empezado a chatear todos los días usando el ordenador, muchas veces hasta altas horas de la noche.

Bajo el nombre de Anís marino, entraba en un canal que se llamaba poesía, y allí dejaba leer sus poesías,

- ¡Hola Anís marino! 

- ¿Hola , quien eres?

Enjuto, se encontraba con sus amigos por la tarde y regresaba para casa, cuando los demás se retiraban. Pero él también se estaba quedando solo. Sus amistades decían que era culpa de su extremada timidez.

Enjuto soñaba secretamente con Anduriña.  Paseaba junto al océano, que en su sueño, se extendía hasta el horizonte y tenía el mismo color azul marino que los ojos de Anduriña. Las olas llegaban como sabanas de agua y espuma, una a una, extendiéndose lentamente sobre la arena de la playa, blanca y fina, que se colaba entre los dedos de sus pies.

 La brisa cálida acariciaba la piel de su cuerpo. Una, tras  una, una ...

-Hola enjuto - decía en su oído la voz de una caracola

-Hola 

En su mano aparecía una piedra, era blanca con destellos nacarados, miraba hacía ella y pedía un deseo, Anduriña, y lanzaba la piedra al mar.

La piedra, al contacto con el agua, sin hundirse, ni desaparecer perdida en la distancia del océano, no cesaba de saltar y sus saltos se convertían en peces plateados que continuaban saltando en el océano, mil veces, hasta que uno de ellos la atrapaba con su boca. El pez nadaba hasta la orilla, y esta vez era Anduriña que se acercaba a él y dejaba de nuevo la piedra nacarada del océano en la palma de su mano abierta.

En todo este tiempo, desde que Anduriña regresó de sus estudios y se puso al frente del negocio que había llevado su madre, solo habían estado juntos una vez en el celta, el autobús de Muxia a Santiago. Cada uno iba por motivos diferentes.

- Perdona, pero está libre ese sitio ? - preguntó Anduriña, mientras señalaba para el asiento libre en el autobús, al lado de Enjuto

- Bueno si, quieres sentarte?

- Es que solo está ese libre.

- Pero yo puedo ir de pie - y enjuto se levantó para ir de pie en el pasillo del autobús, dejando las dos plazas libres para Anduriña.

- Señores pasajeros, por favor se ruegan que vayan sentados, no se puede ir de pie en el pasillo - gritó Manolo, el conductor, desde delante del autobús.

No tenía más remedio que ir sentado al lado de Anduriña, durante el viaje.

El autobús arrancó de Muxia con toda normalidad. y aparte de los monosílabos que con sus preguntas, Anduriña, consiguió arrancar de Enjuto, tratando de entablar conversación con él, no medió ninguna palabra. Después de llevar ya varias paradas, en Brandomil, Enjuto se levantó y se despidió 

- Bueno, yo me bajo aquí. 

Ese fue el máximo tiempo que había logrado estar en su compañía: de Muxia a Brandomil.

 - ¿Anís marino, tienes quien te quiera? 

- No de lo digo a nadie pero mi  corazón marchita esperando por un joven tímido y apocado, que amo desde que íbamos juntos al colegio. Bueno. Es complicado. Él huye de mi cuando me ve. 

Anduriña tienes que buscar un hombre que te quiera, por que pasan los años y después vas andar apurada y te vas a conformar con cualquier cosa.

 

 mvf