- ¿Bueno,
entrando en materia, tu sabes algo de mi marido y sus andanzas misteriosas de
estos días?
- ¿Que lleva
unos días de salidas misteriosas?. ¡Dolores de Marise, que cada una tiene que aguantar al
suyo! Si pensé que no lo
iba echar de mi casa. Esos dos chapuceros – refiriéndose a mi padre
y al herrero – estuvieron estos últimos días sin salir de mi casa, haciendo de mecánicos, y dejaron la huerta hecha una cacharrería.
- ¿Como?
- Por lo visto como decidimos comprar un coche nuevo y mi marido tenía que entregar el suyo para el desguace, y como los coches son iguales hasta de color, decidieron antes desnudar a un
santo para vestir a otro, y pasaron media semana encerrados en mi casa para
quitarle las cuatro puertas y el capó del coche que íbamos entregar para ponérselas al coche de
tu marido.
A mi madre se le fueron encendiendo los ojos de ira acorde
con lo colorada que se iba poniendo
mientras iba escuchando toda la historia que le contaba la herrera.
- A punto
estuve de llamar a tu casa para que vinieras a recoger a tu marido y lo vieras tu, que tuvieron las puertas de los coches durante varios días plantadas en la huerta que parecía que iban
enraizar en la tierra como las calabazas...
Se resolvió el misterio y llegó el final de la película.
La hora de la cena no fue como la de la comida, cargada de
misterio, el ambiente estaba frío, y la sopa hirviendo. Con la primera
cucharada de sopa mi padre se abraso por dentro la boca y se le subieron los
colores de la cara llegando el ardor hasta las cejas. La cena continuo
rápidamente, entre un tenso silencio que cantaba de plano que se había
descubierto todo el percal del coche, y nosotras dos, enmorradas, mirando si había alguna mosca para atizarle
con el matamoscas. Y mi padre cenando sin levantar la cabeza del plato,
mostrando un obligado arrepentimiento sin cuartel, con una expresión de dolor
en la cara y lagrimas asomándole a los ojos.
Viéndole dudaba si además de la sopa hirviendo, a mi
madre se le habría caído el salero en los calamares del mediodía que le
habíamos recalentado para la cena.
Al terminar de recogerse el último plato, mi madre le espetó
a mi padre: - Pues ahora si quieres eso por la noche – mi madre siempre se
refiere a eso así –, vas tener que ir a buscarlo fuera de casa durante una
buena temporada.
- Vaya cosa
que tienes, ahora voy ir a pagar fuera teniendo en casa.
Mi madre escuchó a mi padre sin decir nada y le respondió:
- Ya estás mirando para hacer un viaje a Italia, que tengo que hacer unas compras.
Después de decir esto salió de la cocina.
Entonces mi padre levantó la cabeza y me dijo:
- Marise, ya se que estáis disgustadas conmigo por lo del coche pero lo hice
por que tenía pensado comprar otro coche, como el de mi amigo el herrero, y
tenía pensado poner a tu nombre el coche viejo para ti.- Ya estás mirando para hacer un viaje a Italia, que tengo que hacer unas compras.
Después de decir esto salió de la cocina.
Entonces mi padre levantó la cabeza y me dijo:
Al guardarse la sartén debajo del mueble de la cocina se dio por terminada la hora de la cena:
¡Oye, Marise! ¿Y tu que haces dentro de mi cabeza?.
mvf.