lunes, 28 de noviembre de 2011

los sueños sueños son 8

Ligia, la hermana de Teles, había dejado que su marido se fuese con las niñas a casa para acostarlas y se quedó con nosotras, por que hacía tiempo que no veía a su hermana, ni estábamos las tres juntas. Mis padres, al terminar la fiesta, pudieron quedar un poco más pero marcharon también; tal vez por que mi madre pensó en que sería bueno para mí que quedara a solas con mis amigas para poder hablar de nuestras cosas sin gente mayor.
Aún quedaba rezagada alguna gente sentada en los bancos de la fiesta, pero empezó a refrescar y estos también empezaron a apresurar su marcha y todo el lugar se fue quedando vacío. Solo quedaban los artífices de la verbena, la gente de los puestos que estaban cerrando, los músicos desmontando sus equipos de sonido, el bar de la comisión de la fiesta y con ellos los últimos, los hombres que quedaban en la barra del bar de la comisión de la fiesta que embriagados por el alcohol gritaban entre ellos haciendo bromas, negándose a tener su vaso vacío.
 Al final nos dimos cuenta que paso el tiempo volando y decidimos marcharnos nosotras también.
Montamos en el coche de Teles y después de una pequeña discusión, entre risas, decidimos irnos al bar de la playa por que tiene una terraza a cubierto, por la parte de atrás, y desde ella se ven los pinos, la playa y el océano atlántico, siempre presente en nuestras vidas.
Llegamos. No había luces encendidas a esa hora pero habían dejado las mesas y las sillas sin recoger. 
Nos sentamos sobre las frías sillas metálicas de la terraza, Desde allí podíamos escuchar el ruido de las olas y ver el ir y venir del haz de la luz del faro.
Al cabo de un rato, decidimos caminar por la playa, y mojarnos los pies. Bajamos  por una escalinata hecha con ramas de pino en un terraplén de arena.
En la playa vimos a gente que se calentaban alrededor de una hoguera, que habían hecho con madera recogida en la playa.
Nos conocieron a pesar de la obscuridad y nos llamaron para que nos acercáramos. Acababan de hacer una queimada, después de quemar en una cazuela de barro el aguardiente mezclado con azúcar y granos de café, y nos invitaron a tomar una tacita del liquido caliente. Con un cazo de barro cogimos queimada del interior del recipiente y llenamos unos pequeños vasos de plastico que nos ofrecieron. Cuando lo tuve en mis manos, lo llevé a mis labios y tomé un sorbo de queimada. La note en mi boca y dulzona, y me hizo entrar en calor.   
El calor de la hoguera nos atrapó durante un tiempo, impidiéndonos con su abrigo alejarnos y adentrarnos en el frío, hasta que alguien echó a la hoguera un tronco de madera expulsado por las olas a la playa y como aún conservaba humedad, produjo una gran humareda. Entonces fue el momento que aprovechamos para escapar del fuego; nos despedimos y nos alejamos del grupo con nuestros vasos de Queimada, nuevamente en dirección a la terraza vacía del bar de la playa.
Nos sentamos en las sillas metálicas y nos pusimos a hablar de nuevo, acompañadas de nuestros vasos de queimada. Tal vez por las altas horas de la noche acabamos hablando de los sueños.
Teles empezó contándonos un sueño que tuvo hacia poco.
  De pequeñita - dijo –soñaba que pintaba las ovejas de verde
¿Como. Ovejas verdes ? - preguntamos, sorprendidas.
Si- continuó - durante tiempo soñé que pintaba de verde las ovejas al tio Avelino y que no las encontraba por que se confundían con el verde del campo en primavera.
¡ Jajajajaja!  - nos reímos - ¿Y que pasaba?
Teles continuó contándonos su sueño 
-El tio Avelino quería cogerme para tirarme de las orejas. Pero yo estaba toda manchada de verde y tampoco me podía encontrar.
Al final llegamos a un acuerdo: él me hacia magdalenas y yo le recogía las ovejas.
- ¿Y las magdalenas tenían monedas, como cuando las hacia su madre?- nos reímos con la pregunta.
 -No sé, todo era muy verde y por más que lo intente no di encontrado ninguna oveja para llevarla a su establo.
Después de reírnos un rato, comencé yo
-Seguro que os parecerá una tontería el sueño que os voy a contar –  y empecé :
-Soñé una vez que viajaba en un barco de vela, con las olas del mar y la brisa marina. En la lejanía aparecía otro barco de vela que nos persiguió incansablemente hasta darnos presa. Era un barco pirata, y de entre todos los piratas bucaneros que nos apresaron destacaba un joven de pelo rizo y ojos azules que mostraba su bravura con el torso descubierto. Tenía una sonrisa de oreja a oreja y entendí por sus gestos que era mudo. Al ver que yo le miraba con estupor, el joven pirata se acercó junto a mi y de mi oreja sacó una enorme moneda de oro como la de los arcones de los tesoros. Tan brillante como la luz de sol. La mostró frente a mis ojos para que la viera bien  y después me la regaló. Cuando desperté la estuve buscando un rato pensando que se me había caído y perdido entre las sabanas, pero no la encontré.
Soñé durante mucho tiempo, con poder sacar yo monedas de oro de mi propia oreja. Pero jamas me salió el truco. Con el tiempo llegue a entender la suerte que había tenido, por que si me hubiera salido el truco querría tener las orejas tan grandes como los burros para poder llenarme los bolsillos con monedas de oro.
 
Nos reímos las tres y al terminar las carcajadas nos dimos cuenta que ya era hora de regresar a casa.
 
mvf.


lunes, 21 de noviembre de 2011

un personaje de novela 7

Al cabo de un buen rato, esperando la entrega del premio a mi padre, empecé a preocuparme por el retraso y me carcomieron los pensamientos:
¿Que se les estará ocurriendo?¿ Porque tardaran tanto?
Llegue incluso a preguntarme si se atreverían  a negarle el premio a mi padre.
¿Pero como le iban a negar el premio a mi padre, delante de todo el pueblo?
Antes de que la arenga del palco venciera el musculo del oído de los presentes, los oradores se quedaron sin fuelle. En el palco, con el microfono en la mano, hablaba ahora la concejala, dando despedidas a los que empezaban a bajar del pulpito, hasta que quedó sola.
Se hizo un silencio y por fin se escuchó el nombre de mi padre, al que le rogaban que se acercase y subiese para recoger el premio. y me dije para mi :- ! Papa. Cuanto te quiero ¡ -.
Mi padre ascendió por unas escaleras que lo musicos tenían a uno de los lados del palco para subir.
Con las mangas de su camisa arremangadas, y el cuello desabrochado para lucir bien , la medalla o alzar el trofeo del premio.
Se acercó mi padre a la concejala, mientras ella se cuidaba bien , alejándosele, de conservar las distancias que lo separaban de él . Una voz lo proclamó como ganador del concurso.
...Y el premio concedido es … “ un colchon de matrimonio, donado por la ferretería del señor alcalde... Alcaldeeeeeeeeeeeeee …. “
El publico, mis convecinos, aplaudieron rabiosamente por la enorme distinción del premio. Mientras se veía que el colchon quería ascender al palco, cargado con dificultad por los operarios del ayuntamiento.
Había sido maldad. Solo la maldad, porque ya habían grabado el nombre del ganador, que no era el de mi padre sino el sobrino de la concejala a quien esperaban darselo, si mi padre no superase todas las triquiñuelas con que habían amañado el curso.
No tenían más remedio que reservar la copa para otra ocasión.
 La maldad residía en lo sibilina que había sido la concejala con la elección del premio. De tal manera que con este nuevo premio conseguía que mi padre y hasta nosotras, nos viéramos obligadas a regresar a casa con el premio a cuestas; por que, como dijo mi madre, para acallar mis protestas, con tanta gente en la fiesta, no íbamos a estar paseando con un colchón y una hija casadera
Ya me veía, bajo las miradas de fuego de mi madre, que tendríamos que regresar a casa con el premio a cuestas...
Pero nada mas lejos de lo obvio.
Muy lejos de picar el anzuelo, mi padre le estampó, en señal de agradecimiento, un beso a la concejala en toda la mejilla, que le subió todos los colores - Efecto del rojo de la mercromina sobre fondo azul -. La concejala quedó con cara de estupor , cuando mi padre le soltó que quería donar el premio para el albergue de la iglesia y que antes de llevarlo a su destino lo pusieran en el campo de la fiesta para que los vecinos, pudieran ver el premio
Los operarios, atascados en las escaleras, a mitad del camino de la ascensión del colchón al palco tratando aprovecharon la ocasión para no subirlo, tratando de evitar no caer al suelo, haciendo caso omiso de las miradas avinagradas de la concejala; roja de colera, por la ofensa del color y al ver sus planes desbaratados. Y ahí venían todos, mi padre, los operarios con el colchón, y Quasimodo, abriendo paso a la comitiva. 

Tratamos de meter el colchón entre banco y banco, del puesto del pulpo, como si hubiera miedo de que lo fueran a robar. Finalmente mi padre lo empujo para la parte de fuera y lo dejo tirado en el suelo para que las niñas se sentasen o se tumbasen en el colchón como en una atracción más del campo de la fiesta.
Zanjado el asunto, y mi padre se despidió de los operarios del ayuntamiento, que regresaron contentos a la fiesta con sus familiares, y de Quasimodo que decidió acompañarnos a escasa distancia. Nos dirigimos a las mesas de la carpa del pulpo, para sentarnos y pedir alguna ración para pinchar, especialmente mi padre que se veía agotado y hambriento: “· y en ese momento Marise, aprovechó para demostrar lo que es capaz de dar de si “. En fracciones de segundo, justamente antes de que se sentase Teles, le puse en el banco una de las chinchetas que me había guardado, y al sentir la herida en su trasero, clavada la chincheta en sus reales posaderas, dando un brinco por el dolor se levantó furibunda y al encontrarse a Quasimodo cercana a ella, confundida, le arreo un bofetón en toda la cara.
Quasimodo se puso livido. Dio media vuelta y marchó sin decir nada.
En ese momento supe que se habían acabado todas las posibilidades del hechizo de los ojos de sirena de teles y que el destino rodaba de nuevo por la senda apropiada.
Mientras veía meterse entre las gentes de la fiesta , a Quasimodo con los operarios, me dije : - Pobrecito, si es por nuestro bien -

En el palco se oía que habían dado paso de nuevo a los músicos. Se fue enfriando poco a poco el ambiente según fue evolucionando la paparotada, - comida o cena popular, en Galicia -. Después de comer, las niñas se pusieron a saltar encima del colchon, que estaba sirviendo de improvisada colchoneta de fiestas. Mi padre con sus amigos se reían de ellas.

Quien sabe tal vez alguna de las niñas, de mayor, sea escritora y escriba recordando cuando de pequeñita saltaba encima de un colchón en la fiesta de su pueblo y se acuerde y escriba sobre el colchón de mi padre convirtiendole en un personaje de novela. 
Le hice un guiño a mi madre, mientras miraba como las niñas reía y saltaban sobre el colchon, y acercandome a ella, dándole con mi cabeza a la suya, le dí a entender : - Cada día somos más 
 
Mi madre aprovechó ese momento de complicidad y me dijo :
- ¿Marise, no hubiera sido mejor para las dos, que yo nunca hubiera conocido a tu padre?
Mire para ella y le respondí: - No mama, te habrías perdido las historias venideras.

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lunes, 14 de noviembre de 2011

chinchetas de colorines 6



Empujamos las niñas hacía el concurso de los más pequeños, para los que tenían preparados entre otros juegos:  unas piñatas colgadas de unas cuerdas que había que romper con los ojos vendados y unos globos que había que explotar con unas chinchetas. Las piñatas eran unas bolsas de papel, que al romper dejaban caer chucherías de los niños: caramelos, piruletas, bombones...entre un montón de confeti.
Recogí unas chinchetas de explotar los globos para suministro de las niñas, y me guarde unas pocas en el bolso, que eran chinchetas de colorines. Mientras jugaban las niñas aprovechamos para ir buscar sitio para comer.
Para la cena , “ la paparota” , se había montado una estructura de aluminio que sostenía un enorme toldo. En el espacio interior, que quedaba cubierto por la infraestructura, tenían colocadas una treintena de mesas puestas en hileras, que quedaban distribuidas a lo largo de un pasillo central; a los lados de cada mesa había un banco en el que se podían sentar entre ocho o diez personas. Osea que en total había capacidad para unas quinientas personas a cubierto.
Las mesas, y sus bancos a cada lado, estaban montadas en filas paralelas, de manera que entre las personas sentadas en los bancos de distintas mesas, quedaba un espacio, entre espalda y espalda de unos veinte centímetros que permitía que se pudiera circular entre las personas.  a lo largo de las hileras de las mesas.
Cogimos una mesa completa para nosotras, que entre niños y adultos llegábamos a la docena , - contando a parte con otras personas que venir a sentarse con nosotras para comer -. Arrimados a la esquina de la infraestructura.
Desde allí podíamos ver el palco, con los músicos que llevaban taladrando sus solfas, desde que finalizó el concurso de poesía vacuno.
Cuando ya teníamos elegido el sitio Ligia marchó a buscar a las niñas.
Yo me fijaba en que Teles estaba intranquila mirando para la multitud como si esperase algo o a alguien, y me decía para mi:
- Marise, esta está pendiente de Quasimodo.-
Se hizo un silencio. Los músicos bajaron del palco y subieron las autoridades.
Despues de unas presentaciones, empezaron las intervenciones de los nuevos vocalistas.
- Desde aquí se oían con megafonía, las palabras que nos regalaban desde el palco.
Se dio paso a la principal de las autoridades a quien cortésmente se le pidió que nos dedicase unas pocas palabras.
Nos dedicó un discurso con voz de otorrino:
“…. … hay que hacer un estudio que refleje el buen estado de salud de la existencia de nuestro tejido industrial...  hay que llegar a fomentar la aplicacion de las políticas que alcancen el grado significativo ...  hay que aplicar nuevas medidas que aumenten la mejora de la economía consolidando la tendencia del mercado para lograr el  aumento de la demanda de trabajo   .... hay que reducir el paro  .... para ello hay que reformar el mercado de trabajo  aumentando la jornada,  rebajando los salarios  y abaratando el despido ...   pudiendo llegar asi a mejorar la salud de los indicadores de desempleo … “

Mi mente se va al infinito, cuando oigo esas voces de otorrino. Con esos tiempos verbales que usan de acciones inempezadas o inacabadas. Con esos discursos cargados de palabras habilitadas para cultivar la esperanza de personas inocentes, ingenuas, bondadosas. Personas que ponen ladrillos, o cuidan vacas ,que aran el campo o salen a pescar al océano,  que conducen vehículos, venden pescado o sirven copas...  Personas inabarcables de enumerar escribiendo aquí sus nombre. Personas que ellos y sus familias son el pueblo chico. " El Pueblo con Mayúsculas". Personas que solo quieren pan, trabajo y una racion de pulpo, y escuchan a personas improductivas como los políticos, por que tienen la educación de escuchar al que habla.
Y mientras hablaba desde el palco, el orador levantaba las manos, y las giraba desde la muñeca, invitándonos a entender que con el estábamos a buen recaudo. Aunque aquí, desde lo lejos, también se podía entender que se sacudía el polvo con todos nosotros.
Cuando escucho esas voces de otorrinos se me va la mente al infinito, y desde el infinito, marise toma el mando del gran control del mayor tom, y está pendiente de las sobrinas de teles, de mi madre, de mi padre, de su amigo Anselmo, del marido de ligia ,de la concejala, de Teles y de Quasimodo...


De repente un timbre se escuchó en mi cabeza, como esos timbrazos de clases, que te despertaban de la dormida, señalándote la hora del recreo y con el que todo el mundo recuperaba la consciencia.
- ¡¡¡ La chaqueta de la concejala, esta noche duerme en el océano, que va rio abajo!!! -
Próximo a nosotras se había acercado xil que estaba convidado por mi padre para que comiésemos todos juntos.
Yo me dije para mi: - Que horror. ¿ Y si se compra una chaqueta nueva y ahora no la reconocemos ?.-



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lunes, 7 de noviembre de 2011

más de sirenas 5º

Mi madre, mientras mi padre disfrutaba siendo la estrella del festejo, aprovechó un momento para escapar y buscar a sus amigas que por algún sitio de la fiesta estarían.
Entre tanto festejo, bajo la mirada lejana que todo lo veía y todo lo sabía de la concejala, se nos acercó Ligia , la hermana de Teles, . - Por que ella y su marido no eran de su bando.- Venía acompañada con toda su familia.
Ligia de pequeñita era una preciosidad de niña, con los ojos verdes brillantes como el color de las algas del rio, y el pelo dorado como el resplandor que deja el sol al atardecer. Ligia era menudita; una autentica muñequita que al llegar a su edad trajo a toda la hombruna de la comarca de cabeza y de morros... metidos en rencillas. De todos los hombres, uno, que era el marinero más fuerte y pendenciero, que sobresalía sobre todas las peleas y disputas, quedó finalmente sin rivales ...Bueno, ya se sabe como son las sirenas. Ligia, de un viaje le convirtió en padre de cinco hermosas criaturas. Y su marinero, como el oceano no da sueldo fijo para mantener semejante prolé, tuvo que abandonar la pesca y echar raices en tierra.
Por el día, el hombre de Ligia, durante la mañana trabaja con una furgoneta con la que recorre el pueblo y la comarca vendiendo pescado; - las vecinas dicen que pesa una maldiciòn sobre él , por eso, como anteriormente tenemos hablado del asunto,  corren todos los gatos del pueblo, detrás de su furgoneta, persiguiendole - . Durante la tarde trabaja de albañil y por las noches ... Por las noches, cuando las mareas obligan a esperar a altas horas a que regresen los barcos para comprar el pescado en la lonja; hay quien dice que se le tiene visto a medianoche, con los ojos vidriosos, como sin alma, mirando para la profundidad del océano. Asustándose  quienes le reconocían, al ver a aquel hombre alto, famélico ... que antaño había sido el mejor marinero que hubiera por estas costas, cuando se acordaban de las antiguas leyendas que contaban que las sirenas llamaban a los marineros para que fueran a tierra y no les volvían a dejar nunca regresar al mar buscando su perdición.
Ligía y su compañero, siempre se mostró tibía en materias politicas , por que que como a muchos vecinos, lo de más es tener problemas gratuitos, y se vive en un dejar hacer mientras no te molesten a ti - vive y deja vivir-
Personalmente yo doy la razón a los que obran de esta manera, hasta que la indiferencia termina permitiendo el abuso, los excesos y el despilfarrado, de lo publico por que lo publico es de todos.
Las desavenencias en materia politica de Ligia y su hombre, vinieron a raiz de la prohibición que hizo la concejala al pescantín  de vender con la furgoneta pescado enfrente del ayuntamiento, por que salían las funcionarias a comprarle juntandose con las maestras del colegio publico, en su recreo, y daba muy mal ejemplo. Desde entonces se tenía que poner con la furgoneta por la parte poesterior del ayuntamiento para poder vender el pescado, interrumpiendo el acceso por la puerta de atrás, los dias de visita al alcalde.

Y los dos se habían pasado publicamente al bando de los otros. Con nosotras.