miércoles, 23 de octubre de 2019

los dos hermanos - 5melquiades

Trás varios intentos, arañando el suelo con sus patas alrededor del zorro, melquiades comprendió que por más que lo intentase no iba conseguir nada, así que decidió marchar en busca de ayuda.
El tiempo apuraba. Regresó al sitio por donde había entrado, y arrastrandose por debajo de la alambrada volvió al otro lado de la valla; después continuó en dirección al pueblo.
¿Pero a quien iba a pedir ayuda?
Iría a la clinica veterinaria. Allí siempre había alguien para atender alguna urgencia: un parto de una vaca ...
Cuando llegó aún se veía luz dentro, a traves de la puerta de cristal de la entrada de la clinica; pero la puerta estaba cerrada y se puso a ladrar para que le oyesen.
Al poco, asomó tras la puerta, una mujer joven, en bata, que miraba a traves del cristal quien podía estar montando el escandalo a esas horas de la noche; y se sorprendió al ver frente de ella, en la calle un perro, que la miraba fijamente, jadeante, con la lengua fuera. Abrió la puerta para ver que le pasaba al perro, pero melquiades, sin más, entró para dentro de la clinica. El no necesitaba ninguna ayuda, el lo que venía era a buscar al veterinario para llevarlo junto al zorro.  La mujer agarró una revista de encima del mostrador, de la entrada de la clinica, y fue tras él, que había ido directamente, hacia el interior, donde el veterinario hacía las curas de sus pacientes; para echar al perro de la clinica.
Con los ladridos que daba melquiades y la riña de la mujer, que quería echarlo, los animales que había esa noche empezaron a gritar también, en sus voces, y entonces apareció el veterinario.
Al verlo, melquiades le dió dos ladridos y se sentó en el suelo, esperando la atención del veterinario.
- ¿Pero a este animal que le pasa?- preguntó a la mujer
- No sé. Tal vez este queriendo decir algo.

El veterinario dió dos palmadas con su mano, y señaló la puerta para que marchase, pero Melquiades no se iba ir sin la ayuda que venía buscando; así que, incorporandose de su posición, le respondió dando dos ladridos de nuevo, ahora para que entendiese que fuese trás el.

-¿Pasará alguna cosa?- se preguntó el veterinario extrañado.

Finalmente, pensando en esos animales heroicos que salvan la vida de personas ... el veterinario decidió ir a ver a donde le quería llevar el perro.

- Será mejor que veamos a donde nos lleva. No es la primera vez que los perros salvan a sus amos; y este es el perro del herrero, que ya salvó a la Vicenta de estar perdida en el monte. - * como ya se contó, melquiades había encontrado, perdida en el monte, a la hermana de la madre del abogado.

- Pero te vas?- preguntó la mujer.

- Si, voy coger la moto y voy ir tras el, a ver donde me lleva.

Y después de vestirse; el veterinario se despidió de su mujer, metió algunas cosas en un bolso de cuero que llevaba siempre a sus visitas, y en un ciclomotor, semejante al de los repartidores de las pizzas; marchó detras de melquiades a ver a donde le llevaba.

mvf

martes, 15 de octubre de 2019

la campanera -4melquiades

La zarza apareció por su huerta, para recoger unas lechugas, y al oir los balidos vió que a la cabra,  subida al techo del tractor que estaba en el camino, y a los perros que le ladraban desde abajo; y creyendo que estaban atacando a la cabra, regreso corriendo a casa y llamó por telefono a la campanera para decirle que dos perros asilvestrados trataban de comerse a su cabra y que esta se había encaramado al capó de un tractor, que estaba en el campo, para salvarse del ataque de los perros.
No tardó en aparecer la campanera en el lugar; venía por la carretera, apurada, en zapatillas y en ropa de estar en casa, con un mandilon por encima. Y un bastón de madera, lleno de nudos, que terminaba en un cepellón del tamaño del puño de un hombre, para repeler el ataque; no sabemos si el bastón tenía nombre propio, como midehuesos, o tientalomos, pero aún sin nombre y aunque el resultado de su uso pudiera depender de la habilidad, fuerza y suerte del que lo llevase a la lid; el bastón con su sola presencia era capaz de poner emergencia para aclarar, discernir, discurrir, debatir ... cualquier dificultad que existiese. Damos por hecho que era veterano en más de un asunto de la casa de la campanera, y el salvar a la cabra del ataque de dos perros asilvestrados, era un buen motivo para su aparición. Cuando llegó, los dos perros ya se habían marchado, por que al hacerseles la hora cada uno se fue para acompañar a su ganado de regreso a sus casas, y el único contratiempo que tuvo que resolver la campanera fue bajar a su cabra de encima del tractor, pues no quería bajar de su posición privilegiada desde la que miraba a todo el mundo por encima de sus cabezas. Finalmente la cabra bajó de su podío y la campanera le ató una cuerda y marchó con ella para casa. 
Iban de regreso por la carretera: la cabra balando de su aventura y la campanera agitando, cada cinco pasos, el bastón en el aire, mostrando lo que le habría hecho a los dos perros si los hubiera pillado; o tal vez fuera, que protestaba el bastón por haber salido de casa para nada.
No se sabe por quien fue, que la campanera se enteró de que los dos perros habían sido melquiades y su hermano, pastor; tan pronto se enteró de la autoría, se dirigió a casa del herrero para dar queja del ataque que había sufrido su cabra por melquiades y después de despotricar todo lo que quiso, se dirigió a casa de los de la labrada para soltar la bilis que le quedaba sobre pastor. En las dos casas se le atendieron con respeto y benevolencia sus quejas, en memoría de los difuntos.
Como no quedó conforme, la campanera denunció a melquiades y pastor, al juez de paz, para que condenase a los amos a internarlos en una clinica para animales, por acoso a su cabra.
Melquiades, tenía a su favor, el haber encontrado a una anciana del pueblo, que había pasado una noche durmiendo a la intemperie al extraviarse de regreso a su casa, y que precisamente era hermana de la madre de mejor abogado del pueblo y enterandose de este asunto se personó en casa del herrero para devolverle el favor.
El abogado le dió la vuelta a la tortilla planteando la cosa desde otra perspectiva: dijo que los perros, eran buenos cuidadores de sus respectivos rebaños, y lejos de estar acosando a la cabra estaban afeando a la cabra su mala conducta, después de verla subida encima del tractor, pues esta, a espaldas de su ama, invadía la huertas de los vecinos para comer uvas y fruta fermentada en el suelo, que había caido de los árboles, por sus efectos poco favorables.  El juez de paz acordó librar a los perros de ir a una clinica para animales, pero aprovechando la ocasión de poder disminuir el alboroto nocturno que producían los perros en la noche de Luna llena, y para contentar a las dos partes,  también decidió que melquiades y pastor, no podrían estar sueltos a la vez; así una semana los dias con r estaría atado uno, mientras el otro, esos mismo dias estaría libre para pasear; los dias con s de la semana, sería al reves; y la semana venidera estaría preso los dias con r el que había estado libre, la semana anterior.


Melquiades recordaba como ladraba a la Luna con su hermano y como por culpa de la campanera no volverían a pasear juntos por la noche. Este es el motivo de la inquina de melquiades hacia la campanera y por lo que decidió buscar una ayuda que quitara al zorro del apuro en que se encontraba y vengarse así de ella.


mvf.

lunes, 7 de octubre de 2019

la cabra - 3melquiades

La campanera tenía una cabra, con manchas negras y rojas, mal acostumbrada, que escapaba saltando a la huertas de los vecinos para devorar a su antojo los brotes que hubiese, sin hacerle ascos a ningún tipo de planta del sembrado. Los hortelanos que la padecían estaban muy molestos por este hecho, pero nadie se atrevía a dar queja a la campanera: no fuera que esta, contrariada, cuando tocaba para llamar a las misas que se pagaban para los difuntos, se vengara delatando en su tañer, que este o cual difunto no había realizado ninguna de las buenas obras que decía el cura en la misa; preferían que el tañer de las campanas acompañasen las buenas obras, por las que se había pagado, para que se dijeran sobre el difunto en el responso, y no mostrasen alegría como cuando falleció don Sebastián el cacique que no se quería morir.




Una tarde en que el rebaño de ovejas de la mujer del herrero, por un lado, y las ovejas de los de la labrada, por el otro, eran llevadas a pastar a unos prados vecinos; melquiades y su hermano pastor, después de darse unos saludos, oliéndose y dando vueltas alrededor uno del otro, decidieron ir a beber y mojarse, en el agua fresca y cristalina del rio, mientras sus cuidadas comían libremente, la hierba.


Cuando venían de regreso, contentos del chapoteo dado bañándose en el agua fresca del rio, descubrieron a la cabra de la campanera, que como de costumbre había escapado de su casa y estaba devorando en la huerta de una de las zarzas, y como sabían de las andanzas del animal caprino; porque en alguna ocasión cada uno fue reñidos por ello, acusándolos injustamente de no haber cuidado debidamente los sembrados de sus amos, cuando esta invadió a traición sus feudos; los perros decidieron aprovechar la ocasión para enseñar buenos modales a la cabra.

La cabra al ver que los dos perros se dirigían hacía ella, intuyo que la cosa iba para disgusto, y sin más perdida de tiempo, saltando la valla de la huerta fue a parar a la carretera.

Los perros, al ver el peligro que corría la cabra en la carretera, decidieron aparcar para otro momento la lección que pretendían darle, y apurarse a sacarla de la carretera antes de que fuera atropellada por algún vehículo.




En un instantes los dos estaban ladrando alrededor de la cabra, para que saliese de la carretera; pero esta, sin entender que los perros, con sus ladridos, querían decirle que saliese de la carretera antes de que viniese cualquier vehículo, trató de defenderse de ellos propinando un cabezazo a quien pillase. Pero los dos corrían dando círculos, y cuando enfilaba a uno con su cabeza, el compañero aparecía por el otro lado. Después de varios intentos fallidos, la cabra decidió cambiar de estrategia y echó a correr hacía un tractor cercano, que estaba aparcado en el arcén de la carretera, y de dos saltos se encaramó encima del techo de metal, que cubre el asiento del conductor protegiendo de la lluvia y el sol; desde allí arriba, al sentirse segura, mirando con sus ojos rectangulares a los dos perros, que daban vueltas alrededor del tractor esperando que bajase, comenzó a dar balidos burlándose por haber conseguido escaparse de ellos.


mvf.