miércoles, 29 de noviembre de 2017

Ensayo sobre la novela de Adelaida



 Ensayo, sobre la novela de Adelaida.

Adelaida quería ser monjita evangelizadora en el amazonas y cuando se lo dijo a su profesora, en el colegio de hermanas religiosas al que iba a clases, esta le mandó hablar inmediatamente con la madre superiora antes de que la enfermedad se propagase por la clase.
Al día siguiente sus padres tuvieron que ir a hablar con la madre superiora, y después de explicarle a estos lo ocurrido con su hija, la madre superiora añadió:
"eso no puede ser, por que la palabra de dios está reservada a los hombres y la paciencia y la obediencia a las mujeres"

- ¡Si, madre superiora, que si lo sabré yo! - respondió la madre de Adelaida.

El mismo día de la charla, cuando Adelaida regresó del colegio, sus padres la encerraron en la habitación para escarmentarla. 

 
Sola, en su habitación, se tiró boca arriba encima de la cama, mirando para el techo con la vista borrosa de sus ojos llenos de lágrimas. 
El techo de la habitación estaba lleno de estrellitas fosforescentes que su madre había pegado, cuando era más pequeña, para que le hiciesen compañía al apagar la luz de la habitación.
Estuvo un buen rato sin moverse en la cama, con la vista perdida en un universo borroso. 
Cuando dejó de llorar; se irguió de la cama para coger dos muñecas que estaban en la estantería de la pared y regresó con ellas para sentarse con sus piernas recogidas encima de la cama. Una de las muñecas tenía medias rojas y llevaba el pelo rubio con mechas, la otra tenía el pelo negro y se llamaba pepona; ambas, tampoco comprendían porque Adelaida no podía ser misionera evangelizadora del Amazonas.
Al cabo de un rato se cansó de jugar con la muñecas y volvió a ponerlas en su sitió, en la estantería de la pared; cuando lo hacía se se fijó en el libro de Enid Blyton que le había regalado una tía suya en su cumpleaños.
 Cogió el libro de la estantería y se tumbó boca abajo en la cama; poniendo el libro en el suelo, encima de la alfombra, para leerlo acostada.

Llevaba leídos un par de capítulos cuando se dio cuenta que  los personajes de la novela hablaban dentro de su cabeza, al pasar el dedo por encima de sus voces escritas en el papel.

Después de ese descubrimiento Adelaida empezó a leer todo lo que caía en sus manos durante sus castigos en su habitación.
Como en el castigo de cuatro semanas que le pusieron sus padres cuando se enteraron de que rechazó a puñetazos a los chicos del pueblo vecino que habían venido a pedirnos de bailar en las fiestas patronales.

En el colegio dejó de querer ser monjita evangelizadora en el Amazonas y pasado algún tiempo empezó a escribir cositas que en secreto acabaron en las manos de sus compañeras de clases para que las leyesen.

Que vanidosa, dijimos nosotras, y nos burlamos de ella llamándola Adelaida Fuertes.

Un buen día Adelaida apareció con una caja llena de libros pindiendonos que le compraramos uno. 

Quedamos boquiabiertas. 
¡Adelaida Fuertes había escrito una novela!

¿Que había ocurrido? ¿Como se pasa de lectora a escritora? ¿Le había picado un bicho o tenía una semilla dentro de ella que germinó con la lectura? 

-¡Menudo misterio!

Lo único que se puede hacer aquí, para arrojar algo de luz sobre este tema: es un ensayo sobre la novela de Adelaida.

 

mvf.