viernes, 12 de abril de 2019

La reunión en el sotano

 * se modificó la entrada anterior y se continua con el añadido

Al ver aparecer Romero todos pusieron cara de satisfacción pues sabían que era el de más fiar. Romero se daría muerte antes que dejarse coger para ser torturado y morir en el garrote vil por sus multiples crimenes. Y que mataría a cualquiera de ellos que se fuera de la lengua o supusiera un peligro, para él o para los demás.
Con su aparición todos callaron pues era el último que faltaba para dar comienzo la reunión; entonces, asomó un hombre que hasta ahora había estado escondido en la obscuridad, escuchando a los presentes sin dejarse ver.

-¿Para que nos has reunido?- preguntó uno de los asistentes

-Os he hecho reunir a todos para saber cuantos seguís en la lucha, y daros un mensaje que traigo de Francia- respondió el hombre.

-Estamos todos, menos el herrero; hace un mes lo detuvieron y lo mataron, torturándolo en el cuartelillo.

-¿Hablaría antes de morir?

- Lo que podía contar se lo llevó con él al otro mundo; si hubiese hablado, nosotros no estaríamos aquí.

-¿Y su familia ?

- A su familia le han confiscado todas sus propiedades y después los han echado del pueblo como indeseables. La herrería se la han dado a un hombre que trabajó en la fabrica de armas de la Coruña; pertenece al sindicato vertical del metal y odia a los comunistas.

- El herrero no era comunista- habló uno de los ferroviarios - el herrero era tan camarada como tu y como yo; además, un tío suyo murió en el levantamiento, cuando los anarquistas nos movilizamos contra el gobierno socialista y los republicanos.
- Bueno, señores, por favor- dijo alguien devolviendo-le la palabra al viajero.

- Como ya sabéis, los rusos han entrado en Berlin y Hitler a muerto, el ejercito aliado ha vencido a los alemanes; – dijo el hombre a los presentes que asintieron, con signos de satisfacción, a sus palabras. - El gobierno está ahora en Francia y ordenan que esperéis, sin haceros notar; se están organizando y pronto vendrán a ayudarnos.

No! - exclamó uno de los presentes - no podemos quedarnos quietos; ahora más que nunca debemos hacer que todos sepan que la lucha contra el fascismo se mantiene viva en España, de lo contrario se olvidaran de nosotros enseguida.

- El mensaje de Francia es claro, para vosotros y para los maquis: tenéis que permanecer quietos, sin hacer nada, hasta recibir nuevas instrucciones.

Esperó hasta obtener respuesta de sus palabras.
Aunque algunos no estaban de acuerdo todos los presentes asintieron.

Después continuó - como sabéis nadie puede saber que he estado aquí; mañana continuare mi viaje en el tren expreso de la Coruña, para hablar con los compañeros de los astilleros y darle las últimas consignas que vienen de Irún. Si quedase más tiempo levantaría sospechas.
 Y con esto terminó la reunión.
 Los asistentes se despidieron y fueron saliendo de la bodega por el patio de atrás de la casa, y de allí, amparados por la obscuridad, escaparon por las huertas de regreso a sus casas.

Al día siguiente, Romero salió a primera hora de la mañana de la pensión; quería comprar tabaco en el estanco de la estación; picadura y papel de liar para sus compañeros, antes de marchar. Iba distraído, caminando por la calle, pensando en la reunión que había tenido la noche anterior, cuando dos hombres montados en bicicleta, se acercaron dos ciclistas por detrás y al llegar a su altura bajaron de sus bicicletas y lo empujaron con ellas acorralándolo contra la pared.

Romero se echó la mano al bolsillo y quitó su navaja, haciéndola cantar al abrirse, en señal de que sabía defenderse, pero uno de los hombres le dijo: 

- guarda eso, tenemos un recado para ti.
- No podemos quedarnos quietos, tenemos que volar la estación. así se enteraran todos de que aquí no nos hemos rendido, sino no harán nada por nosotros, y los sacrificios de todos los compañeros muertos estos últimos ocho años de lucha contra Franco habrán sido inútiles.

Romero se atusó el bigote. y después de responderlas con una sonrisa dijo:

- La estación está muy vigilada y a cualquier sospechoso que se aparte de los andenes y ande por las vías, lo detienen para cachearlo.

- Podemos poner una bomba en los talleres o en los areneros, los depósitos del agua de las locomotoras de vapor; allí es más fácil y no tendrían agua las locomotoras de vapor para repostar.

- Y si la hacemos explotar cuando coincidan varios trenes de viajeros la noticia se trasladará rápidamente a todas partes de España – dijo el compañero.
Romero, no tardó en responder que estaba de acuerdo y que él se encargaría de volar los depósitos, cuando fuera el mejor momento, siempre y cuando le facilitasen los explosivos.
 - Nosotros te conseguiremos la dinamita - le respondieron - pero ahora no te podemos decir nada más- y después de decir esto, los dos hombres montaron en sus bicis y continuaron su camino.

 mvf.