jueves, 21 de marzo de 2024

Land

Land

 

 I open this book that was once read,
And within it, I find
A flower that has withered,
And I remember all of it.

In the springtime of our days,
When friends
Walked as brothers,
Step by step,
Paving the way in life.

We could be anything,
And yet we weren't quite there.
But now, in the winter,
I see those who were left behind,
And I no longer recognize myself
Next to them.

When this book closes,
I will walk with sure steps
To sleep eternally
In the house of all.

Where everything began,
And perhaps could return to be

Tierra


Abro este libro que se leyó

y dentro encuentro

una flor que se secó

y me recuerdo de todo ello

En  la primavera de nuestros días

cuando los amigos 

caminamos como hermanos

paso tras un paso

abriendo camino en la vida

Todo podíamos ser

y aún no eramos

pero ahora en el invierno

veo los que quedaron

atrás

y ya no me reconozco 

al lado de ellos

cuando se cierre este libro

caminare con paso seguro

para dormir eternamente

en la casa de todos.

Donde todo comenzó 

y tal vez pueda volver a ser.

 




miércoles, 20 de marzo de 2024

primavera


La verde hierba resplandecía con el color verde brillante, cargado de vida, de la primavera. El sol pegaba encima de nosotras, acostadas en la hierba, cerca de unos enebros, verde oscuro, que llenaban el aire con su olor; detrás de ellos un muro de piedra y barro, cubierto de hiedra, nos separaba del exterior. Recién había comenzado la primavera y nuestros cuerpos estaban llenos de vitalidad contenida cuando se llenó todo de flores.
Desde donde estábamos escondidas para que nadie nos viese, espiábamos a los chicos,
en el otro extremo del campo de fútbol, en su clase de gimnasia, mientras saltaban y braceaban con sus pantalones cortos azules y sus camisetas sudorosas

El campo de fútbol estaba bordado por una pista de carreras con el suelo de tierra roja, y las demás chicas de la clase, estaban apartadas, sentadas en los bancos de cemento de un campo de tenis; el suelo de la cancha estaba hecho con la misma tierra roja de la pista de correr. Según nos habían dicho eran restos de ladrillos defectuosos, que salían del horno de la vieja cerámica local, triturados y convertidos en la tierra roja,
Mientras mirabamos, Thelma no paraba de hablar.
  

    Thelma : - Bueno, pues yo tengo una amiga que tiene varios novios.
      Marise : - Eso no parece una amiga, si deja a las demás sin novios
      Thelma : - La cosa es que sus dos mejores amigos se le confesaron por separado en secreto y como le cogió de sorpresa, ella le dijo en secreto que si a cada uno.
      Marise : - Nos están mirando.
      Thelma ( continua contando ) : - Y eso no es todo, porque con otro amigo que va a las mismas clases particulares que ella, este le pregunto también si quería salir y por un azar del destino también le dijo que si.
Marise: ¿ Y como pudo ser eso ?.
      Thelma : - Fue sin querer.
      Marise (haciendo señal para los chicos que están en el otro extremo del campo ) : - Mira, mira, parece que el capitán del equipo de fúltbol mira para nosotras.
      Thelma : - Desde allí no puede vernos.
       Marise : - Igual sabe que estás aquí. Ese te tiene echado el ojo, que te mira bien el culo.
      Thelma: - Que asqueroso con lo mal que huele culo. Pues a mi que no se acerque.
      Marise :- Que si. Mira. ¿Ves como mira para nosotras ?.
      Thelma: - Imposible, desde allí no nos puede ver
      Marise : - Para mi que si, que el capitán del equipo está mirando para nosotras.  Mira ahora nos hace señales con la mano.
      Thelma: - No puede vernos, marise.
      Marise : - Pero ha echado a correr hacia acá por la pista del campo de futbol.
      Thelma : - Se estará entrenando, que el fin de semana van jugar un partido de fútbol, fuera. Ya veras como gira y sigue corriendo por la pista.
Pero en vez de seguir por la pista alrededor del campo de fútbol y dar la vuelta, el capitán del equipo de fútbol siguió corriendo en dirección hacia ellas.
      Marise : - Si no lo veo no lo creo. Mira, mira …. si que viene hacia nosotras.
      Thelma : - ¿Y tu que crees que nos querrá ?
      Marise : Pues querrá pedir de salir por la tarde. Podemos hacer como tu amiga y ser cada una su novia.
      Thelma : - ¿Salir con las dos ? Pues menuda osadía.
      Marise ( sonriendo ) : - Pues a ver que nos dice.
      Thelma : - Pero, es que yo aún no sé siquiera, si quiero ser mujer.
      Marise : -¿Y que quieres ser entonces?
      Thelma ( dudando) : - Quiero ser un chico.
      Marise : Seas lo que seas, te prometo que yo siempre seré tu mejor amiga.
 

Al llegar junto a donde estábamos, el capitán del equipo de fútbol se plantó frente a nosotras con las manos en la caderas, y mirándonos fijamente nos dijo :
      
      El capitán del equipo : - !Thelma y marise ¡. Dice el profesor de gimnasia que dejéis de estar escondidas en la hierba, espiando a los niños, y que si no tenéis clases, ni tenéis que hacer, os pongáis a correr en la pista, alrededor del campo de fútbol hasta que deis veinte vueltas.
Thelma y Marise, se levantaron de la hierba y después de darse un beso entre ellas le sacaron la lengua al capitán del equipo de futbol, y cogidas de la mano, se fueron a correr para dar las veinte vueltas a la pista de carreras, a su manera.
“ una, dos, ocho, trece, dieciséis, diecinueve y veinte “
Aquel día de primavera  nuestros cuerpos se llenaron de esplendor antes de brotar y echar sus flores. Entonces no sabía que se veía mal que a las niñas les gustase leer libros, o llevar pantalones como los chicos, de saberlo hubiera disfrutado más de hacerlo.


mvf


Spring

 

The green grass displayed a bright green color, full of life, of spring. The sun beat down on our bodies lying on the grass, near some dark green junipers, imparting their scent into the air. A little further away, behind us, there was a wall of stones and mud, covered in ivy. Spring had just begun and we were filled with contained vitality before everything burst into bloom.

From there, we spied on the boys who were in gym class, at the other end of the soccer field; the soccer field was bordered by a running track with red dirt flooring.

We watched the boys jump and swing their arms in their blue shorts and sweaty shirts. The other girls from the class were sitting on the cement benches of a tennis court; the court floor was made with the same red dirt as the running track. It seemed to be leftovers from defective bricks, crushed, turned into sand, coming from the kiln of an old local ceramic factory.

While we watched from where we were, Thelma spoke.

Thelma: - Well, I have a friend who has several boyfriends.

 Marise: - That doesn't sound like a friend.

 Thelma: - The thing is, her two best friends confessed to her separately in secret, and since it caught her by surprise, she secretly said yes to each one. 

Marise: - They're looking at us. 

Thelma (continues telling): - And that's not all because another friend who goes to the same private lessons as her also asked her out, and by some twist of fate, she also said yes to him.

Marise: How could that happen?

Thelma: - It was unintentional. 

Marise (pointing to the boys at the other end of the field): - Look, look, it seems like the captain of the soccer team is looking at us. 

Thelma: - He can't see us from there.

Marise: - He definitely knows you're here. He's checking out your butt. 

Thelma: - That's disgusting, considering how bad butts smell. He better not come near me. 

Marise: - He is. Look. See how he's looking at us? 

Thelma: - Impossible, he can't see us from there. 

Marise: - But he's running towards us along the soccer field track.

Thelma: - He's probably just training since they have a soccer match this weekend. You'll see, he'll turn and keep running along the track.

But instead of continuing along the track around the soccer field and turning, the captain of the soccer team kept running straight towards them.

Marise: - Seeing is believing. Look, look... he is coming towards us. 

Thelma: - What do you think he wants from us?

Marise: - Probably wants to ask us out for the afternoon. We can do like your friend and be each his girlfriend. 

Thelma: - With both of us? That's quite audacious. Marise (smiling): - Well, let's see what he says.

Thelma: - But I still don't even know if I want to be a woman.

Marise: - Then what do you want to be? Thelma (hesitating): - I want to be a boy. Marise: - Whatever you are, I promise I'll always be your best friend.

When we arrived next to where we were, the captain of the soccer team stood in front of us with his hands on his hips, and looking at us intently he said:

The captain of the team: - Thelma and Marise! The gym teacher says to stop hiding in the grass, spying on the boys, and if you don't have class, start running on the track around the soccer field until you've done twenty laps.

Thelma and Marise got up from the grass and after giving each other a kiss and sticking their tongues out at the captain of the team, holding hands, they went to run to complete the twenty laps on the racetrack, in their own way.

"one, two, eight, thirteen, sixteen, nineteen, and twenty"

That spring day, our bodies displayed their splendor before bursting into bloom and bearing flowers. Back then, I didn't know it was frowned upon for girls to like reading books or wearing pants like boys. If I had known, I would have enjoyed doing it even more.

 

 

mvf

 

jueves, 7 de marzo de 2024

el parroco de Menciños


 
Don Manuel, el antiguo párroco, era un hombre de fe y sabiduría, que dedicó su vida a servir a su comunidad. Había llegado a Menciños en la década de los setenta y durante cuarenta años ejerció su labor pastoral en la comarca, enseñando la fe y proporcionando guía espiritual y consuelo en momentos de aflicción, a las mujeres solteras y viudas de la parroquia. Con el beneplácito y conocimiento del arzobispado, de Santiago, que no veía con buenos ojos que su rebaño disminuyese. Ahora, jubilado, vivía sus últimos días en una casa antigua y sencilla ubicada en el centro del pueblo, con los recuerdos acumulados durante sus años en la parroquia; y la existencia de telarañas tejidas en las paredes y ventanas, que desafiaban cualquier intento de limpieza que pretendiese hacerlas desaparecer. 
 Don Manuel tuvo con una viuda del pueblo un sobrino juerguista e irresponsable llamado Juanito, quien siempre estaba buscando la manera de sorprender a su querido tío-padre. Juanito nunca quiso estudiar, ni seguir los pasos de su tío, en el cuidado del rebaño de la parroquia.
 Una mañana, Juanito se despertó con un pensamiento especial: recordó que su amado tío había nacido un veintinueve de febrero. Consciente de que con su avanzada edad, tal vez el próximo año bisiesto, no estuviera presente, decidió que este año, bisiesto, sería el momento perfecto para celebrar su cumpleaños de una manera única y memorable. Y para ello pensó en hacerle un regalo muy especial que sirviera de homenaje a su larga trayectoria de párroco, y a la vez mostrara el cariño y la admiración que sentía por su tío-padre.
Ese mismo día, por la tarde, Juanito se dirigió al bar de alterne ubicado en las afueras del pueblo. Y con determinación, pagó a dos mujeres rubias, ya pasadas la primavera, y les dio la dirección de la casa de su tío para que fueran hacer una limpieza del polvo que se acumulaba en sus rincones.
 Don Manuel se encontraba sentado en su antiguo sillón, observando con ternura los libros que fueran sus compañeros durante tantos años, y al abrir uno de ellos se encontró un trozo de billete de un concierto -¡Tío, tío! ¡Tengo una idea fantástica para sorprenderte!", recordó a su sobrino exclamando con entusiasmo, mientras sacudía un sobre frente a él. Dentro venían dos boletos para un concierto de música clásica, uno de los géneros favoritos del anciano - Juanito, esto es maravilloso, le vino a la memoria, con una sonrisa, mientras recordaba el abrazo a su sobrino, y su corazón llenó de emoción y gratitud hacia su travieso sobrino. Cuando Lola y Rosa, las dos mujeres contratadas, se presentaron en la puerta de la casa, y con un suave golpeteo en la puerta, anunciaron su llegada; llevaban una sonrisa amable en el rostro y un aura de energía positivas, listas para brindar su ayuda y hacer la vida del hombre por el que les habían pagado, un poco más fácil y agradable. Don Manuel, escuchó que alguien golpeaba inesperadamente en la puerta de entrada de su casa y se levantó para ver quien era, y al vislumbrar a través de la mirilla a las dos mujeres rubias sonrientes, pintadas y desconocidas, se llenó de temor creyendo que las mujeres que llamaban a la puerta, se trataba de ladrones intentando irrumpir en su hogar. Sin detenerse a reflexionar, se dio media vuelta y corrió hacia su habitación, donde aseguró la puerta con llave y se preparó mentalmente para enfrentar lo que creía sería un peligro inminente. Mientras tanto, Lola y Rosa, confundidas y un tanto desconcertadas por la falta de respuesta, llamaron a Juanito, para decirles que nadie les abría la puerta, y este rápidamente se puso en contacto con su tío-padre para explicarle la situación y calmar sus temores. Con un tono tranquilizador, le aseguró que las mujeres no eran ladronas, sino dos enfermeras enviadas para asistirle. Después de una breve conversación por teléfono, Don Manuel salió de su habitación para abrir la puerta. Con gestos de disculpa y algo de vergüenza por su malentendido, condujo a las mujeres al salón de la casa, donde las invitó a tomar asiento en los sillones mientras él se ofrecía a prepararles algo para beber. Don Manuel: - ¡Mis disculpas, señoritas. Ha sido un malentendido. Mi sobrino me ha informado de su llegada. Por favor, tomen asiento mientras les preparo un café! Lola: - No se preocupe, señor Manuel. Entendemos su preocupación. Estamos aquí para ayudarle en lo que necesite. Rosa: - Sí, estamos aquí para brindarle asistencia. ¿Hay algo en particular que necesite que hagamos?
 Don Manuel, mientras preparaba el café, se debatía en su interior, por lo que había pasado y al final se convenció de que las mujeres eran parte de un plan, urdido por su sobrino, para llevarlo a una residencia de ancianos.
 Don Manuel (pensando para sí mismo): - ¡Estas mujeres dicen ser enfermeras, pero estoy seguro de que vienen para llevarme a una residencia. No caeré en su trampa, debo estar alerta!.
Con esta idea en mente, Don Manuel continuó preparando el café, decidido a mantenerse firme en su posición. Y no dejarse engañar por lo que creía era un artimaña.
Pero cuando regresó con el café preparado, se encontró que las dos mujeres se habían quitado la ropa y estaban en el sofá, esperándole desnudas como habían venido al mundo. Don Manuel (sorprendido):
 
 - ¡Oh, dios mío! ¿Qué están haciendo? ¡Pónganse algo de ropa inmediatamente!
Lola (con una sonrisa traviesa): - Oh, señor Manuel, estábamos tratando de relajar el ambiente. Pensamos que así será más fácil limpiarle el polvo.
Rosa (asintiendo): -Sí, solo queríamos hacerle sentir cómodo y relajado en su hogar. Antes de empezar nuestro trabajo. 
Pero el pensamiento de Don Manuel se ofusco con la situación y creyó verdaderamente que las dos rubias insinuantes eran arpías como las que se veían en las películas de terror. Que quien había llamado por teléfono no era su sobrino, sino lucifer que le había engañado para que abriese la puerta y dejase entrar a estas dos mujeres para conducir su alma al infierno. Así que soltó la bandeja, dejándola caer al suelo con los cafés, y huyó al piso de arriba para encerrarse en el cuarto de baño. Las dos mujeres fueron detrás de él y petando en la puerta del baño, le rogaron que les abriese y las dejase entrar. - Abre la puerta y vamos al dormitorio que te vamos a untar de mantequilla. pero Don Manuel se metió en la bañera y se encerró con las cortinas para no oírlas y al final para no oír sus voces abrió los grifos de la bañera y a poco más muere de una hipotermia si no llega a aparecer su sobrino por la casa, con unas botellas de champan para participar en la fiesta.
 
Rosa (asintiendo): -Sí, solo queríamos hacerle sentir cómodo y relajado en su hogar."
Don Manuel (incierto): - Pero esto es completamente inapropiado. No puedo permitir este tipo de comportamientos ocurran en mi casa. Este tipo de cosas no está bien visto.
Lola (acercándose): Sentimos si le hemos hecho sentir incómodo, señor Manuel. Solo queríamos ser amables y brindarle un momento agradable. 
Rosa (asintiendo): -Sí, no queríamos ofenderle de ninguna manera. ¿Puede perdonarnos?"
 Don Manuel (algo desconcertado): - Bueno, supongo que no hubo daño real. Pero por favor, pónganse algo de ropa. Mientras mi sobrino acaba de hacer café. 
 
 Con el tiempo, Don Manuel partió de este mundo, dejando atrás un legado de amor y servicio que perduraría muchos años después de su partida. Pero su espíritu vivía en el corazón de Juanito, quien continuó el legado de su tío-padre, llevando consigo su sabiduría y su ejemplo a cada viuda y soltera de la parroquia en su propio camino de servicio y compasión hacia los demás. 
 
mvf.

the parish of Menciños

Don Manuel, the former parish priest, was a man of faith and wisdom, who dedicated his life to serving his community. He had arrived in Menciños in the seventies and for forty years had served as a pastor in the region, teaching faith and providing spiritual guidance and comfort in times of affliction to the unmarried and widowed women of the parish. With the blessing and knowledge of the archbishopric of Santiago, who did not look kindly on seeing his flock diminish.

 Now retired, he spent his last days in an old and simple house located in the center of the village, with memories accumulated during his years in the parish; and the existence of cobwebs woven on the walls and windows, which defied any attempt at cleaning to make them disappear. Don Manuel had a nephew named Juanito, a partygoer and irresponsible man, with a widow from the village, who was always looking for ways to surprise his beloved uncle-father. Juanito never wanted to study or follow in his uncle's footsteps in caring for the parish flock.


One morning, Juanito woke up with a special thought: he remembered that his beloved uncle had been born on February twenty-ninth. Aware that with his advanced age, perhaps next leap year, he might not be present, he decided that this leap year would be the perfect time to celebrate his birthday in a unique and memorable way. And for that, he thought of giving him a very special gift that would serve as a tribute to his long career as a parish priest, and at the same time show the love and admiration he felt for his uncle-father.

That same afternoon, Juanito headed to the bar on the outskirts of the village. With determination, he paid two blond women, already past their prime, and gave them the address of his uncle's house to go and clean the dust that accumulated in its corners.

Don Manuel was sitting in his old armchair, tenderly observing the books that had been his companions for so many years, and as he opened one of them, he found a piece of a concert ticket.

"Uncle, uncle! I have a fantastic idea to surprise you!" he remembered his nephew exclaiming with enthusiasm, as he shook an envelope in front of him.

Inside were two tickets to a classical music concert, one of the old man's favorite genres.

"Juanito, this is wonderful," he remembered, with a smile, recalling the hug he gave his nephew, and his heart filled with emotion and gratitude towards his mischievous nephew.

When Lola and Rosa, the two hired women, arrived at the door of the house, and with a gentle tap on the door, announced their arrival; they wore a friendly smile on their faces and an aura of positive energy, ready to offer their help and make the life of the man they had been paid for a little easier and more pleasant.

Don Manuel heard someone unexpectedly knocking on the front door of his house and got up to see who it was, and as he glimpsed through the peephole the two smiling, painted, and unknown blond women, he was filled with fear, believing that the women knocking on the door were thieves trying to break into his home. Without stopping to think, he turned around and ran to his room, where he locked the door and mentally prepared himself to face what he believed would be imminent danger.

Meanwhile, Lola and Rosa, confused and somewhat bewildered by the lack of response, called Juanito to tell him that no one was opening the door, and he quickly contacted his uncle-father to explain the situation and calm his fears. In a reassuring tone, he assured him that the women were not thieves, but two nurses sent to assist him.

After a brief conversation on the phone, Don Manuel came out of his room to open the door. With gestures of apology and some embarrassment for his misunderstanding, he led the women into the living room of the house, where he invited them to sit on the armchairs while he offered to prepare them something to drink.

Don Manuel: - My apologies, ladies. It was a misunderstanding. My nephew has informed me of your arrival. Please, have a seat while I prepare some coffee for you!

Lola: - Don't worry, Mr. Manuel. We understand your concern. We're here to help you with anything you need.

Rosa: - Yes, we're here to provide assistance. Is there anything specific you need us to do?

Don Manuel, while preparing the coffee, debated within himself about what had happened, and in the end, he convinced himself that the women were part of a plan devised by his nephew to take him to a nursing home.

Don Manuel (thinking to himself): - These women claim to be nurses, but I'm sure they've come to take me to a nursing home. I won't fall into their trap; I must be alert!

With this idea in mind, Don Manuel continued preparing the coffee, determined to stand firm in his position and not be deceived by what he believed was a trick. But when he returned with the prepared coffee, he found that the two women had taken off their clothes and were sitting on the couch, waiting for him naked as they had come into the world.

Don Manuel (surprised): - Oh, my God! What are you doing? Please, put some clothes on immediately!

Lola (with a mischievous smile): - Oh, Mr. Manuel, we were trying to lighten the mood. We thought it would be easier to clean the dust this way.

Rosa (nodding): - Yes, we just wanted to make you feel comfortable and relaxed in your home before starting our work.

But Don Manuel's thoughts were clouded by the situation, and he truly believed that the two insinuating blondes were harpies like those seen in horror movies. He believed that the person who had called on the phone was not his nephew, but Lucifer, who had deceived him into opening the door and letting these two women in to lead his soul to hell.

So he dropped the tray, letting it fall to the floor with the coffees, and fled upstairs to lock himself in the bathroom.

The two women followed him, knocking on the bathroom door, begging him to open it and let them in.

"Open the door and let's go to the bedroom; we're going to butter you up," but Don Manuel got into the bathtub and locked himself in with the curtains so he wouldn't hear them, and in the end, to avoid hearing their voices, he turned on the bathtub faucets, and he would have died of hypothermia if his nephew hadn't appeared in the house with bottles of champagne to join the party.

Rosa (nodding): - Yes, we just wanted to make you feel comfortable and relaxed in your home."

Don Manuel (uncertain): - But this is completely inappropriate. I cannot allow this kind of behavior to occur in my house. This sort of thing is not looked upon favorably.

Lola (approaching): We're sorry if we made you feel uncomfortable, Mr. Manuel. We just wanted to be friendly and provide you with a pleasant moment.

Rosa (nodding): - Yes, we didn't mean to offend you in any way. Can you forgive us?"

Don Manuel (somewhat puzzled): - Well, I suppose there was no real harm done. But please, put some clothes on. Meanwhile, my nephew will finish making coffee."

With time, Don Manuel departed from this world, leaving behind a legacy of love and service that would endure for many years after his departure. But his spirit lived on in the heart of Juanito, who continued his uncle-father's legacy, carrying his wisdom and example to every widow and single woman of the parish in his own path of service and compassion towards others.

 

 mvf.