La pista
del herrero obtenida en el guiso de los calamares quedó en el aire durante la
tarde.
-
¿Qué, mama, y si vamos a dar un paseo y de regreso a ver si pillamos a la
mujer del herrero para preguntarle si sabe algo?
Mi
madre asintió y dijo que para encontrarnos con la mujer del herrero lo mejor
era que fuéramos cerca del río, que estos días la herrera llevaba a pastar las
ovejas a una finca próxima a una nuestra.
No
tardamos en arreglarnos para salir. Estábamos inquietas y nerviosas como esas
detectivas de las novelas que no paran de dar vueltas por la casa hasta que
encuentran un hilo con el que desmadejar el ovillo. Nosotras teníamos el hilo: la pista del guiso de los calamares, y no íbamos a parar hasta que quedara todo al descubierto.
Lo otro, como quien no quiere la cosa, fue apostarse en el camino y allí sentadas las dos sobre unas piedras, oyendo a los pájaros alborotar con sus trinos y disputas entre los árboles, madre e hija esperamos el regreso del campo de la mujer del herrero para interrogarla.
Lo otro, como quien no quiere la cosa, fue apostarse en el camino y allí sentadas las dos sobre unas piedras, oyendo a los pájaros alborotar con sus trinos y disputas entre los árboles, madre e hija esperamos el regreso del campo de la mujer del herrero para interrogarla.
Al cabo
de un rato vimos aparecer el rebaño de ovejas de pastar la hierba y un viejo
perro que vigilaba que no se dispersaran en el camino; detrás de ellos venía un
coche, un cuatro latas de color blanco, destartalado, conducido por la mujer
del herrero, empujando la comitiva.
Le
hicimos unas señas dándole el saludo con la mano que era igual que darle el
alto.
Ella nos
vio y paró al llegar a nuestro lado. Asomó la cabeza por la ventanilla:
- ¡Qué,
dando un paseo las señoras !
- Si. Por aquí vamos dando un paseo
y nos hemos parado un poco a descansar. Después
de tener todas las cosas de la casa hechas nos dijimos: habrá que dar una
vuelta. Los días están muy bonitos pero se ve que ya
disminuyen y se hace antes de noche. Estamos a mediados de septiembre …
- ¿No
querréis comprar un cordero para un asado?
El perro,
un chucho de media altura con pelo largo, rudo, de color pajizo, y protector de
sus ovejas, que se había detenido para olisquear nos, al oír esto mostró su
enfado y empezó a correr alrededor del rebaño, dando ladridos para que no se
parasen las ovejas y llegasen a casa lo antes posible.
-¡No!.
Solo queríamos hablar de nuestros respectos.
- ¿De
nuestros respectos, o de ellos?.
- "De ambos los dos".
mvf.
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