martes, 10 de agosto de 2021

Anduriña 2

Anduriña era una mujer de buen ver; tenía el pelo rubia y sus ojos eran  azules como el agua del océano en primavera. Terminaba de cumplir veintiséis años, cuando su madre, preocupada por su soltería, le dijo que pensara en casarse; poniéndole por ejemplo que la mayoría de sus amistades ya tenían uno o dos hijos, las que menos.

No le faltaban pretendientes, pero los rechazaba siempre de manera educada, sin darle pie a sus pretensiones y procurando siempre no airearlos; aún así algunos de ellos, despechados por su rechazo, dieron por levantar calumnias, hacía su persona, diciendo que les había rechazado porque no era mujer que le gustaran los hombres. Sin embargo la verdad era que amaba a un joven de Muxia, conocido con el sobrenombre de enjuto por ser larguirucho y flaco. Enjuto se llamaba Anselmo y desde el colegio, donde coincidieran de pequeños, huía de ella nada más verla, por que no sabía estar cerca de Anduriña sin echarse a temblar.

Casadas la mayoría de sus amigas, se había quedado sin amistades y solo tenía una primas con las que quedaba para salir e ir a las fiestas. Principalmente, porque a sus tíos les agradaba su compañía, como era  trabajadora y responsable, para que guiases a sus hijas con su buen ejemplo y discreción. 

 Anduriña escribía poesías secretamente para escapar de su naciente soledad. Recluida por las tardes en su casa, al regresar de su trabajo, había empezado a chatear todos los días usando el ordenador, muchas veces hasta altas horas de la noche.

Bajo el nombre de Anís marino, entraba en un canal que se llamaba poesía, y allí dejaba leer sus poesías,

- ¡Hola Anís marino! 

- ¿Hola , quien eres?

Enjuto, se encontraba con sus amigos por la tarde y regresaba para casa, cuando los demás se retiraban. Pero él también se estaba quedando solo. Sus amistades decían que era culpa de su extremada timidez.

Enjuto soñaba secretamente con Anduriña.  Paseaba junto al océano, que en su sueño, se extendía hasta el horizonte y tenía el mismo color azul marino que los ojos de Anduriña. Las olas llegaban como sabanas de agua y espuma, una a una, extendiéndose lentamente sobre la arena de la playa, blanca y fina, que se colaba entre los dedos de sus pies.

 La brisa cálida acariciaba la piel de su cuerpo. Una, tras  una, una ...

-Hola enjuto - decía en su oído la voz de una caracola

-Hola 

En su mano aparecía una piedra, era blanca con destellos nacarados, miraba hacía ella y pedía un deseo, Anduriña, y lanzaba la piedra al mar.

La piedra, al contacto con el agua, sin hundirse, ni desaparecer perdida en la distancia del océano, no cesaba de saltar y sus saltos se convertían en peces plateados que continuaban saltando en el océano, mil veces, hasta que uno de ellos la atrapaba con su boca. El pez nadaba hasta la orilla, y esta vez era Anduriña que se acercaba a él y dejaba de nuevo la piedra nacarada del océano en la palma de su mano abierta.

En todo este tiempo, desde que Anduriña regresó de sus estudios y se puso al frente del negocio que había llevado su madre, solo habían estado juntos una vez en el celta, el autobús de Muxia a Santiago. Cada uno iba por motivos diferentes.

- Perdona, pero está libre ese sitio ? - preguntó Anduriña, mientras señalaba para el asiento libre en el autobús, al lado de Enjuto

- Bueno si, quieres sentarte?

- Es que solo está ese libre.

- Pero yo puedo ir de pie - y enjuto se levantó para ir de pie en el pasillo del autobús, dejando las dos plazas libres para Anduriña.

- Señores pasajeros, por favor se ruegan que vayan sentados, no se puede ir de pie en el pasillo - gritó Manolo, el conductor, desde delante del autobús.

No tenía más remedio que ir sentado al lado de Anduriña, durante el viaje.

El autobús arrancó de Muxia con toda normalidad. y aparte de los monosílabos que con sus preguntas, Anduriña, consiguió arrancar de Enjuto, tratando de entablar conversación con él, no medió ninguna palabra. Después de llevar ya varias paradas, en Brandomil, Enjuto se levantó y se despidió 

- Bueno, yo me bajo aquí. 

Ese fue el máximo tiempo que había logrado estar en su compañía: de Muxia a Brandomil.

 - ¿Anís marino, tienes quien te quiera? 

- No de lo digo a nadie pero mi  corazón marchita esperando por un joven tímido y apocado, que amo desde que íbamos juntos al colegio. Bueno. Es complicado. Él huye de mi cuando me ve. 

Anduriña tienes que buscar un hombre que te quiera, por que pasan los años y después vas andar apurada y te vas a conformar con cualquier cosa.

 

 mvf

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