El fin de semana pasado, el sábado, Anduriña marchó con sus tres primas al monte do Beo, en Malpica; porque Lucia, la más pequeña de las tres hermanas, tenía una verruga en la mano desde hace algún tiempo y quería que desapareciera. Cuando llegaron, al Beo, mientras Anduriña acompañaba a Lucía a la fuente de las verrugas, las otras dos hermanas, María y Lola, aprovecharon para dar un paseo hasta el mirador de la ermita de San Hadrian.
Al llegar a la fuente Lucía sacó del interior de su bolso un trapo blanco que traía de casa. Se agachó para meterlo bajo el agua que salía del caño y con el mojado se limpió la verruga de la mano siete veces. Al terminar se irguió de nuevo y miró a los lados de la fuente.
- A mi me dijeron que tenía que dejar el paño aquí para que cuando se seque desaparezca la verruga
- No sé, a mi me parece que lo mejor es untarla varios días con la leche amarilla de la celidonia
y dejó su trapo junto con otros trapos de distintos colores y tamaños, que habían dejado colgados por los arbustos de los alrededores de la fuente.
- Bueno, ahora iremos a buscar a mis hermanas.
Y marcharon a buscar a la herminta a María y a Lola.
De regreso del viaje de Malpica aprovecharon para acercarse a merendar a Laxe.
Este fin de semana, Anduriña y sus primas, estaban invitadas a casa de sus tios del Brasil, que durante el verano regresaban para pasar las vacaciones en España, para poder ir por la noche a las fiestas de Camariñas.
Terminaron de cenar cuando sonaron las primeras bombas anunciándo el comienzo de la verbena. Entre todas ayudaron a su tía a recoger la mesa y a limpiar la cocina; y después de arreglarse y quedar a la hora en que se recogerían, salieron para la verbena despues de despedirse de sus tios, y prometerles que estarían en casa a la hora.
La fiesta estaba cerca del puerto y al llegar ya estaba sonando la orquesta.
La orquesta estaba formada por tres hermanos que tocaban los instrumentos de viento; el teclista, que había hecho la mili en Valladolid y había tocado allí la gaita en la banda militar; el bajista, el más alto del grupo, tocaba desde una esquina del palco pues tenía prohibido moverse de allí y ponerse delante de sus compañeros, quitándoles de ser vistos por el publico; el batería, en aquella época se desconocía lo que era ser hiperactivo, y por si acaso se escapaba del ritmo de la canción, los tres hermanos apuntaban sus instrumentos de viento encima de él para, si iba demasiado rapido, tocar la musica en sus orejas haciendole llevar el tiempo de la canción. Delante del grupo se ponía un guitarrista zurdo que deslizaba los dedos por el mastil de la guitarra en la mayoría de las canciones, era el que más bebía y el que menos ligaba, pues la mayoría de las veces acababa durmiendo en el camión de la orquesta, donde transportaban los instrumentos, y sus compañeros lo tenían que llevar a dormir a casa; y un joven de pelo corto, vestido de traje, que micrófono en ristre desgañitaba todas las canciones que tocaban.
Y después de está descripción de los musicos, aunque pareciese lo contrario, tocando juntos en el palco de la fiesta, amenizaban la verbena.
Los primeros bailes de la noche fueron pasodobles para la gente mayor que venía a dar un paseo por la verbena después de cenar. Estaban también los niños y niñas, que les daba igual lo que tocasen, corrían y gritaban por el lugar de la fiesta y eran los que primeros que se recogían.
Pasearon por la fiesta rodeadas por el bullicio y la charanga de las atracciones, iluminada con bombillas de colores, incandescentes, soldadas en hilo de hierro galvanizado que pendía de un lugar a otro, desde las casas de la plaza del puerto, suplantando el cielo de las estrellas.
Jugaron unos boletos en la tómbola que siempre tocaba, pero no hubo suerte. Echaron unos viajes en las barcas voladoras, que sentadas en el interior, tirando de unas cuerdas de esparto, se movían en el aire como columpios. Compraron unas nubes de azúcar, que fueron comiendo mientras paseaban. Tiraron unos balines en una de las barracas de tiro de la fiesta, donde Lola, la mayor de las primas de Anduriña, que tenía buen ojo, ganó un muñeco de goma, de un gato de los dibujos animados famoso en aquella época...
- ¡Anduriña, yo se que este verano te vas enamorar! - Gritó Lucía.
Lucía era la que más disfrutaba en la fiesta porque aún era niña y se quería casar antes que sus hermanas, las mayores.
mvf.
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