Lucía quiso ir al bar de la comisión de la fiesta a comprar un refresco y como sus hermanas no querían ir, no paró hasta que le dieron dinero para que fuera ella sola.
El bar de la comisión estaba atiborrado de gente y como pudo se hizo hueco en la barra apoyándose en el mostrador para ser vista por alguna de las personas que en el interior de la barra, moviéndose de un lado al otro, atendían a los clientes. Y mientras esperaba su turno, un joven se colocó a su lado.
-¡Oye! - le dijo -¿aquellas de allí son tus amigas?
- Si. Son mis hermanas y mi prima.
- ¿Podrías darle un recado a la que lleva la chaqueta con bordado?
Lucia entendió que se refería a Anduriña .
-Si. ¿Que quieres que le diga?
- Le puedes decir que a mi amigo le gusta tu amiga.
- Vale. Descuida - le respondió - Cuando regrese, se lo diré .
Y el joven desapareció.
No tardó en regresar de vuelta junto a sus hermanas, sorbiendo el interior de un refresco de limón con una pajita, y como quedó con el joven, le dio el recado a Anduriña.
Anduriña, después de que oyó a Lucia, miró para donde estaban los chicos que decía su prima, para ver discretamente quien le mandaba el recado y vio que allí estaba Enjuto.
-No se lo podía creer - dijo para sí.
Y sin más se fue junto a ellos.
-¡Hola Anselmo!- dijo Anduriña.
Enjuto estaba de espalda hablando con uno de sus amigos, cuando se le acercó Anduriña, y cuando oyó que decían su nombre tras él se dió la vuelta, y al encontrarse con ella se quedó con la boca abierta y sin escapatoria.
- ¿Anselmo no me sacas a bailar?.
pues Anduriña, al decir eso ya le había cogido de la mano y tiraba de él conduciéndole frente al palco de la orquesta, donde bailaba la gente.
Al empezar a bailar juntos y sentir el contacto de sus cuerpos, el estar hechos el uno para el otro hizo todo lo demás.
Anduriña y Anselmo bailaron varias piezas juntos, hasta que cansados decidieron tomar un descanso y volver cada uno con los suyos.
- Descansaremos un poco y me vendrás a buscar junto a mis primas. ¿Vale?.
-Si, Anduriña.
Regresaron cada uno, Anduriña con sus primas y Enjuto con sus amigos.
Lucía vio que el chico con el había hablado en el bar de la fiesta le hacía señales, para que lo viese, y entonces se fue hasta junto a él para ver que le quería.
-¿Le distes el recado a tu prima?
- Si.
- Pero no le hace ningún caso a mi amigo.
-¿Como que no?. Si acaban de estar bailando.
-No. Enjuto no es quien yo te decía. Mi amigo, es aquel - le respondió, señalando con el dedo a un joven que miraba para ellos - Mi amigo es farmacéutico y está coladísimo por tu prima. Díselo.
- Ah. Pues ahora se lo digo.
Lucía volvió junto a su prima para explicarle lo que había pasado y aclararle quien era el joven que le mandaba el recado
Anduriña miró con disimulo donde estaba su pretendiente y vio un joven de buen parecido y bien arreglado, que miraba para ellas con nerviosismo, pendiente de lo que hablaban.
- Ah. Vaya. Farmacéutico - dijo Anduriña, sonriendo por el enredo ocurrido - Pero yo al que quiero es a Anselmo y ahora tengo apalabrado otros bailes con él.
A veces aparecía en la feria una mujer anciana. Nadie sabía quien era, ni la edad que tenía. Vendía pulpo que traía en unos canastos de madera. Pesaba la mercancía con una balanza, romana, como se había hecho desde hace miles de años. La romana tenía un garfio y una argolla que servían para asirla y mantenerla en el aire mientras se balanceaba, colgando de un lado el pulpo y del otro lado un mástil por el que se deslizaba una pesa, que marcaba el peso al equilibrarse la balanza.
Una de las veces la anciana del mar colocó su puesto cerca de Anduriña y cuando terminó la fería y recogían habló con Anduriña y le regaló una piedra blanca con destellos nacarados, del océano.
-Anduriña, tendrás tres hijos y uno de ellos será para mi.
mvf.
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