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Y con dudas de que este borrachín dejase de beber alguna vez hasta en la mísmisima vida eterna y con precaución de que no le viniese con alguna argucia, la muerte le dijo que pasara a la bodega a tomar el ultimo vaso con todos los requerimientos que considerase para ello, pero que al amanecer partirían.
Xil entró en la bodega seguido de su siniestro acompañante, y girando una vieja llave de luz encendió la lampara que colgaba de una viga del techo que apenas iluminaba la bodega
La bodega de xil estaba en la planta baja de la vieja casa en la que vivía. El suelo era de una tierra negra, de la que rezumaba una constante humedad que mantenía fresco el lugar, donde había un par de cubas centenarias, ademas de otras barricas de varios tamaños y unos pipotes llenos de vino
De las paredes de piedra, en las que descansaba la casa, había varias tablas que hacían de estantería , que descansaban apoyadas en hierros metidos entre las piedras viejas y con salitre de la humedad del suelo; estas estanterías estaban repletas de garrafas y botellas llenas de distintos licores , aguardiente blanca, zánganilla, aguardiente de hierba , licor café... con las que comerciaba mayormente favores y trueques de amistad. Algunos de esos licores, decía el y se quedaba corto en algunos casos, que podían llegar a tener mas de veinte o treinta años.
En la pared que daba al norte había un hueco estrecho y rectangular por lo que entraba la suficiente aireación que ayudaba a mantener el fresco de la bodega.
El techo consistía en unas viejas vigas de castaño y la madera anegrada que formaba parte del piso de la vivienda. De una de las vigas colgaba metida en un casquillo de metal y porcelana una bombilla que como hemos dicho encendida apenas iluminaba el interior.
A la entrada, puesta de pie ,había una barrica vieja y carcomida inútil para su anterior uso, que hacia las veces de mesa donde posaban algunos vasos con el culo de color de haber estados llenos de vino y una jarra vacía.
Xil cogió su jarra y se dirigió a uno de los pipotes donde abrió la espita del grifo de madera y la lleno de vino, puso la jarra en la barrica y bajo el jamón que colgaba de una de las vigas de madera y se quedó quieto
La muerte le miró preguntándole con la vista que ocurría ahora.
Xil, respondiendo a su mirada le dijo que no le quedaba pan para tomar una tapa de jamón con el vaso de vino. Que el último pan y ya duro, lo había terminado en la cena que había hecho con unos huevos fritos acompañados de pimientos de padrón , los propios de galicia, por que contrariamente a lo que en algunas ciudades de españa se piensa padrón no está ni en murcia, ni en alicante, ni en cualquier otro lugar que prometen dichos sabrosos pimientos, sino en la coruña.
La muerte, risueña, le dijo que ya era muy entrada la noche , que no podía despertar el sueño de los vivos y que ahora no tenía donde comprar pan, pero no había caído, como le dijo nuestro xil, que a partir de la una o las dos de la noche ya tienen los panaderos levedada la harina y empiezan a cocinar el pan y la bolla en el horno de leña del pueblo.
continuará
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