El gitano, era un consumado
carterista que si mediase una buena apuesta se
atrevía a birlarle la cartera al mismísimo
sargento de la guardia
civil, y el cojo anduvieron por los
puestos de venta donde se abarrotaba la gente y la
multitud, y al cabo de unas horas ya habían robado en la feria varias carteras, obteniendo más de cien pesetas.
Como no querían correr
riesgos, pues cuantas más carteras afanaban más empezaba a circular por la feria, en boca de la gente, la presencia de carteristas en la feria, decidieron dar por finalizada su campaña. Entonces fueron a buscar a Romero para entregarle el dinero obtenido, quedándose
para ellos, con el consentimiento del jefe, unas pesetas para beber y divertirse durante el tiempo que quedaba hasta la hora de regreso.
Romero hizo una señal a los hermanos, que estaban próximos y cuando se acercaron junto a él les entregó del botín del gitano veinticinco pesetas para que fueran a comprar
provisiones en la tienda de ultramarinos del pueblo. Aunque la autentica misión que Romero había encargado a los hermanos, sin saberlo sus compañeros, era estudiar el local de ultramarinos de Chantada pues con frecuencia en la tienda se hacían prestamos a los
vecinos para pagarse el pasaje a América y cubrir los primeros
gastos, y a veces sus dueños, cuando regresaban los indianos, guardaban importantes cantidades de dinero en la
tienda.
A primeras horas de la tarde, los feriantes empezaron a recoger sus puestos y la feria fue llegando a su fin.
Los miembros de la banda se juntaron para su regreso a las afueras del pueblo y el gaitero y el zamorano, los dos frustrados asaltantes, recibieron todo tipo de mofas cuando contaron el fracaso de su robo.
Ya de regreso para su
escondite, Romero le dijo a sus hombres que se esperaban importantes
noticias y que dentro de un mes se acercaría hasta Monforte para
asistir a una reunión secreta.
mvf.
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