miércoles, 21 de febrero de 2024

un encuentro inesperado



Marise y sus amigos están sentados, en una de las terrazas del paseo, tomando unas limonadas y unas horchatas. El sol brilla sobre sus rostros, y una suave brisa veraniega hace que las hojas de los árboles del paseo se balanceen con gracia. Laura, con una expresión de determinación en su rostro, interrumpe la conversación para pedir más detalles sobre el plan de acción de Marise.

Laura: Sí, pero ¿cómo vamos a hacerlo exactamente? - pregunta después de oir a Marise pedirles que le ayuden a defender los arboles del paseo del malecón.

Marise: Con gesto decidido, saca unas cadenas de su mochila y las coloca sobre la mesa. El sonido metálico resuena en la tranquila terraza, atrayendo las miradas curiosas de otros clientes. Explica con fervor cómo planea utilizar las cadenas para encadenarse a los árboles marcados para la tala, protegiéndolos así de su destino

- Bueno, traigo estas cadenas. Nos vamos a encadenar al pie de los árboles que están marcados para ser talados.

María: mira a Marise con preocupación. Las mesas cercanas están ocupadas por familias que disfrutan del día, ajenas a la tensión en la mesa de Marise y sus amigos.

María: ¡Excelente idea! Así no podrán cortar los arboles, sin antes tener que lidiar con nosotros.

Pedro: levanta su mano para ser oído e intervenir en la conversación - Pero tenemos que estar seguros de que nadie se lastime. ¿Y si alguien intenta cortar los árboles mientras estamos allí?

Marise: No te preocupes, estuve informado a los medios de comunicación Y si intentan cortar los árboles con nosotros allí, será un escándalo.

Laura: ¡Vamos entonces! No hay tiempo que perder. Necesitamos proteger nuestro entorno natural.

Todos acuerdan reunirse al día siguiente, en el paseo del malecón, en la ribera del rio, donde están los árboles marcados. Allí se encontraran con Marisé que llevará las cadenas para encadenarse a los arboles y las pancartas con consignas en defensa del medio ambiente.

Marise: (marcando el teléfono) ¡Hola, Juan! ¿Dónde están?

Juan: ¡Hola, Marise! ¿Cómo va la protesta?

Marise: ¡Mal! Estoy aquí sola frente a los árboles y aún no vino nadie. ¿Qué pasó?

Juan: Lo siento mucho. Tuvimos algunos contratiempos y no voy a llegar a tiempo.

Marise: ( hace otra llamada telefónica) Hola Pedro, Necesito que estén aquí conmigo. Esto es importante para todos nosotros. ¿Pueden venir ahora?

Pedro: Sí, nos demoramos más de lo que pensábamos. Pero estamos contigo en espíritu.

Marise: (marcando de nuevo el teléfono) María, contaba contigo para salvar los arboles del malécon... y aquí no ha venido nadie.

María: Lo siento mucho, Marise pero estamos lejos y no podemos llegar en este momento.

Marise: Necesitamos estar juntos físicamente para hacer una diferencia. Estoy decepcionada de que no estén aquí.

María: No te preocupes, estaremos contigo en cuanto podamos. ¡No te rindas!

Marise: ( de nuevo marca el teléfono)

Marise: Gracias, chicos. Los espero aquí lo antes posible.

Después de hablar por teléfono con sus amigos Marise se siente muy decepcionada pero decide seguir adelante con la protesta, sin contar con la ayuda de ellos.

(suspira) Está bien. Estoy aquí, preparada para defender nuestros árboles, y yo no voy a fallar.


Marise se encadena a uno de los árboles con determinación, dispuesta a paralizar la tala de los arboles, y levanta su pancarta en defensa del medio ambiente, para hacer oír su voz a pesar de la ausencia de sus compañeros. Pero por allí no aparece nadie.

El sol pega. Son las doce del medio día y el sol está en lo alto. solo un gallo con su corte, del corral de algunas de las casa que dan por su parte trasera al rio, aparece por allí. El gallo se pasea alrededor de ella, a cierta distancia, amenazante, asegurándose de que no significase ningún peligro para ella.

Y Marise, fianalmente se queda dormida.

—¡Ja! Seguro que se están riendo de nosotros en la comisaría. No entienden nada de nuestra forma de vida ni les importa nada que alguien se preocupe por el medio ambiente.

Y entre estas reflexiones, se asoma un deseo inusual: y se ve encadenada un candado de amor, un símbolo de amor tan fuerte como un puente, incapaz de ser roto por nadie.

—¿Te imaginas, wigfredo —dice marise con una sonrisa cómplice—. ¡Nos encadenamos juntos y tiramos la llave al río! Nadie nos separará nunca, dice ella en sus sueños

Al lado de ella está wigfredo, perplejo de lo que está ocurriendo.

—¿Colaborarías firmando esta petición, Necesitamos detener la tala de los árboles. Son parte de nuestra historia y nuestro paisaje —no me iras a fallar tu, suplicó Marise extendiéndole un papel.

y finalmente wigfredo le responde.

- ¿Que hacemos aquí juntos, Marise?

Y entonces se dieron cuenta de que estaban los dos en la cama

Se miraron y ella, sonriente, preguntó:

-¿Que haces tu aquí?.¿Como has aparecido?

- Eso mismo pregunto yo.

Pero entonces Marise dijo:


- A ver , estas historias se escriben así: !Tu tienes una piruleta y yo la quiero para mi

-¿Pero que dices. Marise?.

- Quiero hacer el amor contigo, quiero que te introduzcas dentro de mi y te vacíes en mi interior.

Wigfredo se quedó paralizado pero de su boca salieron estás otras palabras sin poder evitarlas:


Marise. Con esos pechos blancos, tan hermosos que tienes. Me ahogaría en esos pechos si tu me dejases.

El cuerpo de Marise se contorneó como el de una gata terciopelada y se acercó junto a wigfredo, buscando recibir sus caricias; este sorprendido por la suavidad de su piel, cuando sintió su contacto, se dejó llevar por la sensación e hipnotizado empezó a acariciarla suavemente con su mano.

Y entonces la besó en el cuello y su boca se deslizó por ella.

- Que pechos más hermosos tienes. Dijo, mientras los pezones de Marise empezaban a ponerse duros al sentir el paso de la lengua alrededor de ellos.

-Te vas a poner muy mala, si me dejas seguir tocándote.

Y continuó besándola hasta llegar a su ombligo. Allí la lengua trazó círculos suaves, dejando un rastro de tibieza en su piel, mientras el vientre se mecía con el ritmo de la respiración jadeante.

Después la boca continuó no se sabe a donde. Que buscaba. Mientras sentía que los dedos se introducían en su interior para acariciarla de una manera más intima.

Con las caricias Marise empezó a sentir contracciones, bajo su barriga. y con una explosión de placer y miedo exclamó. - Dios mio, que me estás haciendo. Sigue, es tan hermoso.

Marise, entonces estaba apunto, se estiró sobre la cama y abrió sus piernas para que entrase dentro de ella. Los dos llegaron a un éxtasis que se desbordó en una oleada de emociones. Y lo abrazó fuertemente, sintiéndolo estremecerse entre sus brazos, cuando se vertía en ella.

Cuando todo terminó quedaron uno junto al otro, después los dos se separaron para dormir; y antes de apagar la luz, Marise, miró para su desconcertado amante y le dijo: - ¿estarás ahí mañana, junto a mí, o eres un sueño tan estúpido que desaparecerás al despertar?

Cuando la luz de la mañana regresó, rompió el encanto y marise ya no estaba a mi lado.

Quede pensando en el extraño sueño, y algo húmedo en mis piernas me hizo recordaba la intensidad de la experiencia. Había eyaculado durante la noche y las sabanas estaban mojadas de semen.

 

 

- ¿No habremos creado una historia machista aquí?

- No te preocupes, esta historia no la hace Wigfredo, sino Marise.

- ¿Qué quieres decir con eso, Marise?

- Quiero decir que no es machismo que los hombres digan que les gusta tener relaciones sexuales con las mujeres. Lo que es machismo es que las mujeres no podamos expresar nuestro gusto por el sexo sin ser juzgadas como promiscuas.




mvf.










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