Cuando conducía, de regreso al pueblo, Quasimodo vio que los gemelos de la labrada, caminaban al margen de la carretera, en dirección a su casa, con unos calderos llenos de agua, dejando un reguero de salpicaduras por la carretera; y le pareció extraño que fueran con calderos de agua por que viven próximos al rio. Así que, al llegar a su altura, paró al lado de ellos, y sin bajarse del vehículo, asomo la cabeza por la ventanilla del coche y les preguntó si iban con los calderos llenos de agua a llenar el rio, o si iban confundidos y no sabían si iban o venían del rio con los calderos de agua. Pero al explicarle Carolo, uno de los dos gemelos - que venían de la gasolinera con los calderos de comprar gasoleo, que se habían quedado sin combustible para la calefacción de la granja de los cerdos.- Quasimodo bajó del coche, con la libreta en la mano y la pluma cargada, apresto a disparar sanciones sobre el transporte de mercancía liquida peligrosa que recién tenía, aprobadas las oposiciones.
¿ Pero donde vais, salvajes ?, que os van confundir con terroristas – dijo Quasimodo – ahora os voy dar unos papeles de colorines -
Los gemelos estupefactos con el colorido de la situación empezaron a decirle a Quasimodo que se fuera callando si no quería que aireasen las empanadas de conejos que regalaba al alcalde, cuando trabajaba en el coto de cazas, para que le metiese a entrar a trabajar en el ayuntamiento- que no era sino la abuela de gemelos, la matriarca de los de la labrada, quien las hacia en su horno de la cocina.
También le recordaron cuando trabajó en una sustitución temporal, en la granja de recuperación de razas autóctonas gallegas, que aún andaban buscando al zorro que se comía los huevos de las gallinas de Mós con los que se hacían las tortillas con patatas y chorizo, amen de los guisos a la pepitoria que se hicieron con ese animalito, cuando se estaba recuperando su raza. El zorro que buscaban también debía ser de raza nativa.
Claro que lo que mas dolió a Quasimodo fue cuando escuchó que le iban a levantar todos los galeritos* que poní por la noche en el rio y que se olvidase de las truchas por una buena temporada
* cuerdas con anzuelos que se dejan en el rio para pescar trucha o anguila.
A punto estaban para empezar a platicar agradablemente sobres sus madres cuando Pedrolo, el otro gemelo, atinó a llegar a un acuerdo con Quasimodo, que consistía: en vez de que los gemelos le regalasen al alcalde un garrafón de aguardiente para que les quitase la multa que les pusiese, le regalarían a él la garrafa de aguardiente para regalar al alcalde cuando el considerase menester ... con algunas de sus cosas.
Antes de marchar Quasimodo le dijo a los gemelos que había recibido por el móvil recado en el ayuntamiento para que estuviese en la playa al atardecer cuando esta baja la marea y viese unos cerámicos, haciendo alusión a la cara dura que tenían los gemelos, marisqueando ilegalmente, recogiendo berberechos y que fuesen mirando entre sus amistades quienes tenían de enemigo.
Iban para las dos del mediodía cuando yo me encontré a los gemelos de la labrada cargados de nubarrones y les pregunte que les pasaba:
Marise: -Hey, vacunos va hacer falta un pararrayos, con esa cara que traéis.
Pedrolo: - Calla marise, que venimos muy enfadados … que nos hemos encontrado arriba a quasimodo...
- A mi, al oir el nombre de Quasimodo, no se explicar si me saltó el corazón de alegria o el estomago de contento, por que ya pasaba de la una del mediodía y tenía una langrina * … -
* hambre que marea al estomago
Carolo: - Como pesquemos a quien nos denunció para que nos pillase Quasimodo... se va enterar; que a tirar la piedra no seremos los primeros pero los últimos si.
- ! MIRA QUE ENCIMA LLAMARNOS CERAMICOS ¡
Un chirrido entró en mi cabeza
-MARISEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee ¡¡¡
Escuché el grito de mi madre que me llamaba desde la cocina.
Cosas de mi madre que para un día fuera de casa a la hora de la comida le daba por llamar por la ventana a su pedazo de chiquitina; que una no es, ni no es pero esta en sus fueros. Y su voz entró en mi cerebro por que estaba llamándome a grito pelado: a los rios, a las fuentes y a los regatos pequeños, a la tierra donde me crié y a la huerta que quiero tanto …
En ese momento comprendí que no me quedaba más remedio que salir corriendo para casa con mi coleta al viento, por que no había salido nada como esperaba, y que el único lugar seguro es el hogar dulce hogar de una, aunque sea el de su madre, por que no estaba yo ahora para darle una zurra a los gemelos de la labrada.
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