Sor rebelde era hija mayor de una familia adinerada que la metió en un convento para que fuera monja mientras que su hermano heredaba toda la hacienda de la casa.
De monja no duró mucho, por que la alegría salía por ella por sus ojos y por los poros de la piel, y la clausura no era para ella más que una mortaja que no la podía contener.
Pasó varios largos años de noviciado – por presiones de su familia- pero el proceso vocacional se veía que no le llevaba a adquirir los fundamentos para sostener un compromiso, ni para tomar una decisión madura, conducente a tomar los hábitos de monja.
Después de mucha oración en sus paseos y retirada en su habitación, pidiendo a dios que le ayudase a cambiar de vida de novicia a monjita, finalmente fue ayudada a salir del convento.
Al salir, su hermano le cerró la puerta de su casa y tuvo que ir a vivir con una tía suya mayor, que fue la única de su familia que le abrió sus puertas.
Era maestra de la de antes, cuando la palabra germinaba en un pueblo analfabeto qué había sido ayudado a escribir por primera vez la palabra libertad, y la leía en todo su extensión, como si fuera un árbol del que emergen ramas y hojas y flores y frutos. Y se escribía solidaridad que era una tierra ancha y extensa donde cabían todos los campesinos y todos los pueblos de españa, esos pueblos que ahora se desencuentran. Y se leía igualdad por que todos los trabajadores pertenecen a una familia única que vive en todas las partes del mundo.
Y el hombre por la noche, con la luz de las velas y el libro de aprender a leer, le decía a su mujer:
- maría , mira , esta palabra dice : amor
Era antes, cuando la palabra valía para recoger en ella la esperanza y el amor por los demás, por los tuyos, que se hacían fotos de alma con palabras y en ellas, como en las cartas antiguas, salía todo un cuadro de nuestra españa querida:
! Mama, aquí todos tenemos trabajo. Estamos bien. Deseando veros pronto. Pero no sabemos cuando será ¡
Sor rebelde tuvo un hijo retrasado. Era alto y delgado, con la piel blanca como la nieve; tenía el pelo rubio dorado y el color de sus ojos azul como el cielo.
Cuando estuvo en casa de LAS ESPARRAGUESAS, que eran familiares de sor rebelde y vecinas nuestras, los días de sol y los que no llovía, lo bajaban a la calle.
Comenzaba su rutina: echaba a correr calle abajo en dirección al puente del río, frenaba al llegar a el como si hubiera un muro invisible, daba media vuelta y venía disparado hasta llegar al final, calle arriba, donde un viejo roble , hacía como si allí estuviese otro muro invisible, frenaba de repente daba media vuelta y volvía disparado de nuevo en dirección al puente, para repetir la operación. Y así durante todas las tarde, durante todos los días, durante todos los años. Los vecinos se habían acostumbrado a él y le pusieron de nombre pepe el mosca. El mosca era tan pobre que no conocía la pobreza, y su madre decía que dios le había regalado la suficiente inteligencia para ser la persona más feliz del mundo. en esa España ancha, ruin y mezquina de derechas, que le había tocado vivir; para ignorar todas las burlas que le podían hacer por no conocerse su padre.
Pepe el mosca falleció a los treinta años.
Sor rebelde , dijo – yo ya soy un poco mayor y dios se lo ha llevado para cuidarlo en el cielo. Ahora él está allí en cielo... . Le han dado unas alas, como a los ángeles y está volviendo loco a san pedro y a san pablo. Pero todo se lo perdonan, por que dios como lo hizo inocente a ver quien son ellos para protestar.
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