Cienfuegos de niño se escondía para que no le molestasen los demás niños y, con cualquier trozo de madera que podía encontrar, poder hacerse juguetes y figuras con formas humanas,
Cuando los demás niños se enteraron de su
habilidad, le iban a buscar a la playa trozos de madera que el
océano devolvía a la tierra.
- ¿ Cienfuegos, me haces
algo con este trozo de madera que he encontrado ?
Y él, entre resignado y orgulloso de su habilidad, aprovechando la forma de la madera, tallaba para los otros niños: muñecos, caballitos, trampolines. Recortaba la forma, le hacia dos agujeros y por ellos entraban los ejes de las ruedas, y ya estaba hecho un coche ; espadas, tirachinas, arcos . Estrellas de mar .
Y él, entre resignado y orgulloso de su habilidad, aprovechando la forma de la madera, tallaba para los otros niños: muñecos, caballitos, trampolines. Recortaba la forma, le hacia dos agujeros y por ellos entraban los ejes de las ruedas, y ya estaba hecho un coche ; espadas, tirachinas, arcos . Estrellas de mar .
De mayor aprendió por su cuenta ebanistería y hacía
muebles, estanterías, lámparas … hasta podría haber pensado en poner un puesto
en la feria. Hasta que llegado un momento, en casa se acordó que todo eso podría ser si no fuese uno de los de la batea.
Pero su verdadera especialidad eran los rostros de personas.
Pero su verdadera especialidad eran los rostros de personas.
Cienfuegos iba a la playa con la marea baja
los días de oleaje, que es cuando el océano en su retirada de la tierra, devuelve los trozos más grandes de
madera, y en el taller, que con el tiempo había montado en unas de las
dependencias de los bajos de la casa familiar, cogía su gubia y empezaba a
tallar rostros o hacer bustos de personas desconocidas . Decía que todos las
caras salían de su mano sin que el tuviese intención ninguna, y sin que hubiese
visto jamás personas parecidas. Pero los vecinos tenían otra idea y decían que
era cosa de brujería, porque todas las personas eran seres que habían vivido y
existido en otro tiempo y en otras tierras.
El día posterior a la odisea
del minisumergible, cienfuegos se encerró en su taller por la mañana y empezó
hacer una nueva talla, mientras recordaba los extraños golpes que habían
escuchado, como si alguien quisiese saber si estaban aún con vida cuando
estaban hundidos en la ría, y como para sorpresa de ellos, cuando habían echado
todo por perdido, se había puesto en movimiento el sumergible y empezado a
moverse lentamente de tan extraña manera; y como finalmente atados a una cuerda
mejillonera, extraviada de una batea, acabaron siendo extraídos del agua por el
guardia civil marcelino.
Cuando terminó su talla,
había dado forma a la cabeza de una mujer con el pelo largo y enracimado con
algas del océano, del tronco de un árbol, un viejo tejo milenario, que el
océano había devuelto a la tierra sin saber su procedencia.
Al terminar la cabeza, le
pintó los iris de los ojos de color verde brillante como los ojos de las
sirenas oceánides.
Pd . corregido el comienzo erroneo de la historia , lo siento.
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