miércoles, 14 de mayo de 2014

El ex de Arcadia.

Aquí en el campo todo es calma y la vida transcurre con la rutina del tiempo y sus estaciones.

El ex de Arcadia tocaba el bombardino en las bodas y bautizos de la comarca, pero de un tiempo para aquí se fue quedando sin trabajo por que la gente joven, obligados por la búsqueda de trabajo y atraídos también por la vida más movida de la ciudad, se marcha de los pueblos del campo; y el bombardino en los cabo de años y funerales no tenía lugar.

 Arcadia había aprendido a tocar el piano y por el contrario, al no quedar más que gente mayor en el pueblo, vio como aumentaba su trabajo tocando el órgano en la misa para los funerales.

Y en algún momento ellos se separaron.
Arcadia como era mujer de pocos gastos se fue haciendo con unos ahorros en el banco y un día decidió darse un lujo y comprarse un coche 4x4, todo terreno, de segunda mano.
Lo primero que hizo Arcadia al tener el coche fue pasearse por el pueblo para presumir delante de todo el mundo. 
 Al ver a Arcadia con el 4x4, su ex sintió una profunda envidia y decidió hacerle alguna maldad. Una noche se dirigió a la casa de Arcadia, que estaba cerca de la Iglesia y el cementerio, con la intención de pincharle las cuatro ruedas y rayar la chapa del vehículo.
  Esa noche el ex de Arcadia, para no ser visto, dejó el vehículo, en el aparcadero que hay más arriba de la iglesia, desde donde se llega andando a la iglesia por un camino de tierra, a veces lleno de bolitas negras que dejan los intestinos de las ovejas del rebaño de la mujer del herrero. El ex de Arcadia, después de aparcar su coche, bajó con sigilo hasta donde estaba el todo terreno, aparcado al lado de la casa de Arcadia, y cuando iba a realizar su maldad escuchó el ruido de una furgoneta que llegaba sigilosa a la iglesia por el camino asfaltado que viene directamente de la carretera. El que él evitó para ser detectado. El ex de Arcadia temiendo ser descubierto corrió, para esconderse entre el terreno y un muro alrededor de la iglesia y desde su escondite pudo ver como llegaba la furgoneta con un pequeño remolque y sin hacer ruido paraba a la entrada del cementerio.
Con la luna obscura bajaron tres hombres con tanto sigilo que ni los perros del lugar ladraron, y se dirigieron a un pequeño edificio que hay en el cementerio y en el que se guardan los aperos del enterrador. La puerta del edificio estaba abierta pues además de haber unos andamios también había una escalera que los vecinos a veces usaban para colocar las flores en los nichos más altos. Sacaron los andamios de allí y los montaron frente al nicho de don Sebastián; después uno de ellos se subió y con una paleta estuvo rascando un buen rato el cemento hasta que finalmente salió la losa que cerraba el nicho de don Sebastián.
Entonces, ayudado por los otros dos hombres extrajeron el féretro del nicho y lo llevaron hasta donde estaba la furgoneta para meterlo dentro del remolque y lo taparon con una lona. Después  volvieron al cementerio para cerrar el nicho. El mismo hombre, que era el más bajito de los tres, subió al andamio con la paleta y una cubeta con cemento que ya habían preparado, y mientras la luz de las linternas iluminaban toda la operación colocó la losa y volvió a sellar el nicho. Al terminar recogieron los andamios y sus cosas y cuando iban a salir del cementerio escucharon el estridular de las alas de un grillo, amplificado su canto porque había quedado encerrado dentro del nicho vacío de don Sebastián.
Los hombres discutieron acaloradamente entre ellos, que hacer, hasta que finalmente, sin dejar de increparse entre ellos, regresaron con los andamios para volver a quitar la losa y sacar el insecto delator del interior del nicho. Ya habían quitado la losa cuando se dieron cuenta de que  llegaba la hora del amanecer y que el tiempo corría contra ellos porque aún querían llevar el féretro de don Sebastián en barco  y tirarlo en medio del mar, así que apurados volvieron a cerrar el nicho, regresaron los andamios al caseto del enterrador y volvieron a la furgoneta, increpándose nuevamente entre ellos por la tardanza,
 
El ex de Arcadia había estado escondido sin moverse durante todo este tiempo temiendo ser descubierto, pero cuando regresaban los hombres a la furgoneta increpándose decidió levantarse y huir  provocando la caída de unas piedras del muro donde estaba escondido y con el ruido, asustados todos por ser descubiertos, marcharon corriendo cada cual por su lado.
Y así fue como se supo esta historia de Don Sebastián.


mvf
a xavi guitar.




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