De repente un olor sorprendió el olfato del perro.
Levantó la cabeza por arriba de su lomo, para mirar a su alrededor, y olisqueó
el aire. Solo vio a sus dos amigas, dulces y sensibles, que continuaban
comiendo en la hierba de los alrededores de la iglesia. Era un olor fresco,
húmedo, dulzón, excitante... Aunque el perro era un mastín entrado en edad su
sangre se llenó de juventud. No tardó en reconocerlo: era el olor de una perra
en celo.
Se aupó haciéndose el remolón disimulando su
excitación; pero sus dos amigas se habían percatado de que algo ocurría y mirandolo inquisitivamente se fueron arrimando peligrosamente a un pequeño
jardincito que estaba por la entrada lateral a la vicaria de la iglesia - lo
que quería decir que o iba inmediatamente junto a ellas o empezarían a devorar
por donde no debían.
El perro no se atrevía a ladrarles, a pesar de su actitud
amenazante, por que eran sus consentidas - o por el olor a muerto en el suelo del lugar - , así que tenía que buscar una solución
sino quería permanecer al lado de ellas todo el tiempo. Entonces se acercó junto a
las ovejas para tranquilizarlas y hacerles ver que no pasaba nada, y con mimos y
caricias: empujando con su cuerpo el cuerpo de ellasy lamiéndoles los hocicos, apartó las ovejas del jardincillo llevandolas al otro lado de la pared de la iglesia.
Las ovejas respondieron de buena gana a
las lisonjas del perro, por que dormían juntos por la noche y salvando las
diferencias entre ellos hasta alguna vez le habían consentido algún capricho; se dejaron conducir al nuevo lugar, y volvieron a ponerse a comer la hierba, y con el calorcito de la piedra de la pared de la iglesia, al cabo de un rato se adormilaron y cayeron en una profunda siesta.
Cuando se quedaron dormidas las ovejas; el
perro, decidido a seguir su olfato hasta donde le condujese, se fue apartando
de su lugar de guardia cuidando bien de que sus amigas no se despertaran.
Finalmente; todo contento, arrancó por el mismo camino que había visto tomar el cura después de salir de la rectoral, y guiado por su
olfato acabó llegando hasta
a una de las primeras casas del pueblo para descubrir que no era el unico que había llegado, atraido por el olor carnal de la perra en celo.
mvf.
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