Garbancito medía dos metros de altura, pesaba ciento veinte kilos y tenía una voz aguda y cristalina, casi angelical.
Garbancito
era de la familia de la bruja y todo el mundo sabía que en sus sueños hablaba con los difuntos, por eso, en las fechas cercanas al día de todos los santos, la gente se llegaba a su casa y le dejaban una nota escrita
a mano debajo del felpudo de la puerta.
Garbancito por favor, dile al zapatero viejo que cuando vaya de procesión con la santa campaña y pase cerca del campo de la feria, dentro del roble albar bajo el que se declaró a su mujer, queda un jersey de lana que calcetó su nieta para él, por que este año noviembre arranca con unas noches muy frías.
Garbancito a ver si puedes hablar con el abuelo de los jacintos, y dile que no encontramos los marcos de los
lindes de la finca del coto y si puede mandar alguna señal a sus hijos.
Garbancito cuéntale al pelotera que su mujer quería morirse para estar con él, pero que la hemos convencido de que ahora que están separados para que va ir ella a molestar y que se llene de gritos el cementerio.
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