En enero florece el
romero,
en febrero la flor en el
almendro
en marzo florece el
tomillo
y al terminar abril la flor
en la vid
en mayo el acebo
y en junio marise ... :
Toda la ropa de invierno
para el baúl
toda la ropa de verano
para el ropero.
¿ y estos pantalones ?
¡ por dios marise,
si ya no cabes en ellos !
Para el paciente ojo de la
abuela de los de la labrada, una finca en el campo es como un geranio puesto en
una ventana, y como las plantas de las macetas la finca hay que vigilarla y
cuidarla, para que poco a poco vaya creciendo.
Un día, invadiendo espacio del
comunal, se pone unas
piedras rodadas en los lindes de la finca. Sí pasado unos meses nadie retira las piedras, ni hay movimiento de ellas, cuando se cortan las inhiestas o retamas, para la cama de las ovejas, de paso se aprovecha para dejar
olvidados unos atados, encima de las piedras -quedan para venir a recoger con
el carro de la burra, pero no se viene.
Pasan más meses, se ponen
dos palos y se tiende una cuerda, con el tiempo como la cuerda se ca,e se pone un
alambre … Llegado un momento hay que poner unos ladrillos y para
que los ladrillos se sujeten se pegan con arena y cemento, no vaya
ser que se caigan y lastimen a alguien al pasar.
Y así crece una finca, con el cuidado del
ojo atento y paciente de una mujer de campo.
La mujer vio como el viento que va y regresa, lleva la vida de los campos y la vuelve a traer, mientras los árboles crecen. Parió y vio crecer a los hijos, que hicieron sus familias y trajeron más hijos, que no eran de una pero eran de la misma carne de una ...
- ¡Abuela ... !
Aparece su nieto de cuatro años, con los mocos colgando de la nariz. Se da la vuelta y con un pañuelo blanco, le limpia la cara. Ahora
le pasa la mano por encima de su pequeña cabeza y entremezcla sus dedos ancianos con el poco pelo dorado que tiene, como si la tierra de la huerta, acariciase el sol.
Le da un beso en la mejilla y una palmadita en el culo y el nieto marcha corriendo como si hubiera empujado un coche de juguete por el pasillo de madera, de la casa..
Hacía rato que la abuela
de los de la labrada, después de oir la misa, había llegado a la casa. Se puso el mandil
y sentada en la cocina, en su silla de mimbre, empezó a pelar patatas. Las patatas las cogía de un saco que tenía a su lado, y que guardaba debajo del fregadero. Iba descendiendo la monda, según se
pelaba la patata, deslizándose dentro del caldero de plastico
negro* en el que se echaban los residuos orgánicos que se podían destinar para consumo animal,
y al terminar, la monda caía dentro del caldero. Volvía a coger otra patata y repetía de nuevo la operación.
En la casa había
movimiento puesto que tenían obreros haciendo reformas en el cuarto
de baño. levantaron el piso,
para poner otro nuevo, y alicatado las paredes. Quitaron la
vieja bañera, que no se usaba más que para ducharse, para poner un plato de ducha grande, porque en el
campo el agua es un bien y debe estar en los pozos
que es su tesoro.
A las doce, los hombres hicieron un alto para juntarse en la cocina donde les tenían preparado un café y unas galletas de tentempié. Y Cuando estaban en medio de la tertulia del cafe, sin dejar de pelar
patatas, la abuela levantó la cabeza y dijo:
- El cura nuevo encontró la vieja talla del santo que se tiró cuando se arregló la iglesia y se compró la nueva. Dice que hay que repararla, que ha sido una señal de dios y de paso que hay que arreglar el tejado de la iglesia.
- El cura nuevo encontró la vieja talla del santo que se tiró cuando se arregló la iglesia y se compró la nueva. Dice que hay que repararla, que ha sido una señal de dios y de paso que hay que arreglar el tejado de la iglesia.
Calló y continuó pacientemente pelando patatas, mientras
el silencio de la sorpresa se extendía contagiando a los presentes, quienes con ello decidieron volver a su trabajo.
El movimiento mecánico de las manos reconfortaba las viejas articulaciones de sus dedos de la ancina.
El movimiento mecánico de las manos reconfortaba las viejas articulaciones de sus dedos de la ancina.
Entonces la hija miró
para la abuela y levantando la voz, porque la mujer era algo sorda,
le gritó :
- ! ABUELAAAAAAAAAAAAA … NO PELE MÁS PATATAS, QUE YA LLEVA USTED MEDIO SACO ¡ -
La abuela se levantó y recogió el
caldero, y así que los hombres volvieron a trabajar, cogió un trapo que tenía guardado dentro de un cajón debajo de la mesa y limpió las migas y las manchas que quedaban del cafe caído sobre el hule viejo.
Mientras la hija, una
señora de 50 años, se afanaba con las potas, la abuela extendió el periódico encima de la mesa y puso el dedo calloso, detector de
noticias, sobre la hoja del periódico. El dedo empezó a
deslizarse de un lado a otro sobre la hoja extendida, olfateando la noticia
como un viejo sabueso, hasta que de repente se paró. La anciana bajó
la mirada hacia el lugar donde se había detenido el dedo, en una
esquina del periódico; allí se escondía una escueta noticia. Y empezó a leer en voz
alta y pausada:
- Un octogenario ... -
carraspeó su ronca voz y volvió arrancar de nuevo - :
- Un octogenario fue
denunciado por agentes del servicio de protección ambiental, por delitos contra la fauna autóctona
protegida, con motivo de haber colocado en su huerta trampas para
animales que pudieran incluso haber lesionado a personas.
El denunciado fue
detenido en un primer momento por estar recogiendo piñas en un pinar
de su propiedad para encender la cocina, por dejar sin alimento a las ardillas,
animales protegidos de la fauna autóctona. Invadido por un ataque de
nervios que le produjo una fuerte hilaridad e indignación, fue llevado a su domicilio, dado su estado de agitación, para llamar a los servicios medicos que le atendiesen por ser una persona de edad.
Una vez en su casa
los agentes pudieron divisar en la huerta existente en la parte posterior de la
vivienda, la instalación de cuerdas y trampas con alambre espino que podrían inmovilizar a una persona entre unos 65 y 140
kilos produciendo le golpes, rasguños y heridas con sus elementos
punzantes
El arrestado A.V. L.
vecino de marise, preguntado por los agentes que le custodiaban,
manifestó que las trampas y sogas hechas con alambre espino eran
para el jabalí, que de un tiempo para aquí, en sus periplos nocturnos, no paraba de invadir las fincas de su propiedad para darse un festín, metiéndose incluso en la huerta de
la casa donde tenía plantadas todo tipo de hortalizas y tubérculos.
La abuela de los labradas
levantó la cabeza y le dijo a la hija: - Oíste, este ... A.V.
L. ¿ No será el tio Avelino ?-.
.
poema + relato esta muy bien eso, y la abuela con sus patatas gracias:)
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