Al terminar la película se hizo la luz en la sala. No tardó en aparecer un ligero murmullo en las filas, que poco a poco fue ascendiendo, mostrando el nerviosismo de los niños.
- Se iba proceder al sorteo de los juguetes.
El padre prefecto, mientras se recogía la pantalla, izada por unas cuerdas, bajó por el pasillo en dirección al escenario, y se subió a el por una escalera lateral. El escenario había quedado despejado.
Desde allí arriba, levantando una mano conminando a los niños al silencio, les dijo que ahora iban a proceder al sorteo de los juguetes.
- ¡ Si os calláis! - gritó el padre prefecto- ¡ vamos a proceder a realizar el sorteo de los juguetes!.
Mientras hablaba el padre prefecto habían puesto una mesa, encima de la cual había un pequeño saquito de tela negra que escondía los números para realizar el sorteo.
Entonces, señalando con un dedo al auditorio, el padre prefecto mandó subir a un niño para que sacase los boletos.
¡Vamos primero a sacar el boleto del tren de juguete !
Mientras todos permanecían expectantes que se sacase el boleto; el niño se aproximo a la mesa e introduciendo la mano en el saquito de trapo, sacó una papeleta que entregó al padre para que lo leyese. Y este, mirando sin perder de vista al graderío, vio el numero que había salido y dijo en voz alta:
- ¡ El 101 !.
Se hizo un silencio en la sala .
El 101 volaba sobre sus cabezas, mientras el silencio se prolongaba.
El padre prefecto preguntó de nuevo para cerciorarse de que todos habían oído el numero: - ¿ Ninguno de los presentes tiene el 101 ?
El silencio comenzaba a llenar de incertidumbre a los presentes, cuando de repente una voz rompió el silencio gritando: - ¡Padre. Ese es mi número!
Era el sisa que estaba de pie.
- Pues venga. A que esperas - dijo el padre prefecto - Sube a recoger el juguete.
- ¡ Pero es que no lo encuentro! - exclamó el sisa apurado
- Pues búscalo bien – Le dijo el padre prefecto desde el alto del escenario
-Ya. En tal caso que no haya mirado bien en los bolsillos - respondió el sisa
Y mientras se continuaron sorteando los otros juguetes el sisa buscaba y rebuscaba por sus bolsillo.
Al terminar todos los sorteos el sisa apesadumbrado permanecía inmóvil en su asiento sin encontrar el boleto.
El padre prefecto dijo entonces desde el escenario: - Ahora, como no aparece el boleto 101, vamos a sortear de nuevo el tren de juguete.
La mano se metió otra vez dentro de la bolsa y sacó otro boleto que correspondió a otro niño
Está historia va dedicada a todos los niños españoles que este año no han tenido juguetes .
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mvf.
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