Cuando nuestros amigos: el furgo, la rusa, el herrero ... llegaron a la taberna de la sagrado, después de su trabajo en el sumergible, y se encontraron al erizo bebiendo con la guardía civil, entraron uno a uno, estupefactos, en la cantina, y se colocaron en la esquina de la barra. Marcelino, el guardia civil, que no perdió ojo de encima de ellos desde que entraron, enseguida hizo señas a la dependienta para que le pusiera una ronda a los nuevos, quienes sin rechistar pidieron cada uno de beber, dandose por objeto de una redada o algo similar; pensando incluso, que el erizo, uno de los hermanos de la batea, que era el homenajeado por la benemerita, había cantado de pleno.
Mi tio *, el erizo es cojo, desde el tiempo en que perdió una pierna en un accidente de moto.
Cuando fuera el accidente, mi abuelo, que en paz descanse, lo llevó a una clinica de la coruña* de aquellas no había sanidad publica; habló con el cirujano, y llegó a ofrecerle cartones de güinston gratis, para él y toda la clinica, para que hicieran todo lo posible para arreglarle la pierna. Pero mi tio había tenido la desgracia de esmagar de nuevo la pierna triturada, que llevaba escayolada de un accidente de moto anterior; era vicio que tenía de joven con las motos.
Mi tio, cuando cuenta lo del accidente siempre bromea diciendo " si hubiera llevado la pierna envuelta en cemento armado..." .
Debajo de una frondosa barba, de la que le viene el mote, mi tio esconde una sonrisa de niño pillo, y solo asoma de su cara una mirada afectuosa que encaramelaba a las mujeres, de tal manera que se derretían por ser abrazado por él.
* Para aclararse, hoy me levanté con un ataque de vagancia y dije: " por lo menos voy mover los dedos" y hasta estoy dispuesta a contar alguna cosilla de más. - El erizo es uno de los del clan de la batea, el otro, cienfuegos, es el hermano mayor y mi madre, "la madrina" es la pequeña.
Que el erizo es el mejor piloto de planeadora de las rias bajas, es un secreto a voces, porque aunque le falte una pierna, con su cadera sentada sobre la piena ortopedica, se las arregla increiblemente para conservar el equilibrió. Y por mucho que dé vueltas el oleaje, donde otros marinos se marean y acaban cayendo, él es capaz de mantenerse en equilibrio. Pero mi tio jamás ha sido pillado encima de alguna planeadora, a pesar de haber sido vigilado y acosado por la guardía civil, lo más que se le tiene visto es en alguna barca para pasear a la virgen, por la ria , en el día de la patrona de los marineros.
Esta tarde habían estado juntos, incluido el erizo, trabajando en el astillero que tenían escondido por la arboleda, en el comienzo de la ria. Cuando llegó el furgo a recogerlos, el herrero, que parecía un cangrejo ermitaño, con su brazo derecho de popeye de golpear en el yunque, señalaba con el dedo de su abultada mano a la embarcación sumergible que estaban rematando de construir. Y después de instalar los motores, explicaba como habían montado, para entrar a la embarcación, dos escotillas en el techo, una para las personas y otra más grande para introducir la mercancia en un compartimento estanco que podría ser inundado, por estar separado de la tripulación.
Al terminar el herrero, la rusa y los de la batea, aprovechando la llegada del furgo, empezaron a deliberar sobre quien sería el intrepido navegante que pilotaría la embarcación, hasta que finalmente llegaron a la conclusión de que el sisa sería la persona idonea.
Los lectores, hasta aquí, se habrán percatado que el sisa era una especie de cobaya que participaba en todos los experimentos que se nos ocurrían.
Si alguien era la persona idonea para señalar en la pasteleria con el dedo en el interior de la vitrina, diciendo: - ¡ hay una mosca muerta en la nata! - , y después salir corriendo perseguido por la pastelera,
esa persona era el sisa. Nosotros quedabamos escondidos mirando cuanto tiempo tardaba la pastelera en pillarlo y darle un tirón de orejas. El sisa cada dia corría más.
Si alguien era la persona idonea para pilotar una carrilana* coche de manera, cuesta abajo, para despues caer al mar en el puerto y casi ahogarse por el golpe recibido, al caerle encima la carrilana en el agua, era el sisa. - Menos mal, que de aquellas el erizo aun tenía dos piernas para nadar y lo salvó de ahogarse - .
Si alguien tenía que tirarse, con un paraguas como improvisado paracaidas, desde un tejado, " despues de ver volar una estirada con un paraguas en una pelicula para niños " esa persona era el sisa. - Menos mal que no fue de un tejado, sino de un manzano, y todo quedó en un buena culada `para todos. A los demás nos dieron una buena azotaina para contentarnos y nos dolió igual, o parecido.
Y, el sisa iba ser el grumete que capitanearia el submarino de nuestros intrepidos armadores.
Al llegar el anochecer , nuestros amigos ocultaron su trabajo con unas telas de camuflaje; - aunque el mejor camuflaje eran ellos mismos, porque la gente se procuraba: ni ver, ni oir, ni saber, lo que hacían los de la batea y sus amistades.
Fue entonces cuando el erizo convenció al herrero de que le dejara la moto y que bajara con los demás, en la camioneta del furgo. Mientras ellos quedaban recogiendo aún cosas, el erizo se fue marchando en la moto hasta el local de la sagrado, donde se reunirían para tomar algo todos juntos; antes de llegar al destino en moto, en el camino del rio, se encontró a cinco vacas, capitaneadas por la vaca de los de la labrada, que estaban bloqueando la carretera comarcal. Las vacas venian de pastar y de abrevar en el arroyo, de regreso a sus establos, cuando se habían encontrado con la guardia civil que andaba patrullando, – últimamente estaban amoscados por la escasez de noticias de nuestros amigos, lo que relacionaban con el golpe en el que le habían robado los motores a su planeadora, además de romperles los aparejos de pesca, mientras patrullaban por la ria -, y no se sabía quien había dado el alto a quien.
Al verlos, el erizo paró la moto donde estaban los guardias, para decirle al conductor de la patrulla que no le diera bocinazos a las vacas, porque con la vaca rubia y sorda, de los de la labrada, en vez de conseguir que las vacas se moviesen, no iban hacer más que empeorar la situación.
Cuando puso el pie en tierra y el erizo iba sacar el bastón que utilizaba para apoyarse, entonces los agentes de la guardia civil , uno extremeño y otro de albacete, que no habían entendido ni papa, con el acento cerrado que les habló el erizo, se le echaron encima tirandolo al suelo, donde lo aporrearon debidamente hasta que dejó de dar gritos y lo esposaron, porque habían creido que el erizo les iba atacar con un sable samurai.
Al llegar marcelino con el coche de atestados, que había sido llamado para hacer el informe, cuando recogían el arma descubrieron el error, y entonces comenzaron a deshacerse en disculpas.
Entonces, el erizo, magullado, mientras lo levantaban y le quitaban las esposas, viendoles tan cordiales y serviciales, aprovechó para pedirles que le acercaran a la cantina de la sagrado a lo que accedieron gustosamente invitandole a unas rondas para congraciarse con el detenido.
Y así fue :
- ¡ Otra ronda, que paga la guardía civil! - gritaba el erizo, mientras todos los presentes le coreaban : - ¡ viva el erizo y la benemerita!.
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