Cuando la concejala aún
no era la concejala, se llamaba marisa. Marisa era una de esas
mujeres menuditas, nerviosas, cargada de vida, que siempre estaba
pendientes de agradar a todo el mundo y buscar su felicidad - hasta que cambió. De
niña era la primera siempre en participar cuando se organizaba una recolecta de
ropa para los necesitados, o para pedir donativos para los
pobres o para enviar dinero a los niños de los países
subdesarrollados...
Cuando marchó a la
universidad y regresó, la cosa cambió de carácter, entonces
organizaba protestas porque pusieran luces en el paseo, o porque
hacía falta un pediatra,protestas pidiendo la gratuidad del
transporte escolar, o para que abrieran un conservatorio ... claro
que con el tiempo la cosa cambió de nuevo y se convertiría en
protesta para que no nos quitaran un medico y nos dejasen otro
compartido con otro pueblo, para que no suprimiesen dos conserjes ni
quitasen la calefacción de los colegios, para que no quitaran la
ayuda para libros de familias necesitadas ...
De aquellas, un día
marisa me llamó por teléfono y me dijo:- ¿ marise, te acuerdas el
manantial de agua del campo del lobo ?, - * se llamaba así en
nuestro pueblo, una zona del comunal al monte, donde tiempos antes
era uno de los pocos reductos de lobos y otros animales en la
comarca.
-¿ Si, que pasa ? - , le
respondí
- Bueno, pues lo ha
cerrado un alemán que está haciendo un chalet, impidiendo que los
vecinos,cuando suben con el ganado al monte, que puedan abrevar sus
animales allí.
-¿ Pero como puede ser
eso ?- , le pregunte, y marisa me respondió:
- Dicen que el
ayuntamiento tenía deudas con él y le han dado un terreno con el
manantial en compensación.
- ! Pero si eso es comunal
del pueblo de toda la vida ¡- exclamé - ¿ no pueden entregar de
las propiedades del ayuntamiento ni reducir gastos ? , que viven a
todo tren .
Bueno-, dijo marisa - ¿
tu me ayudarias a movilizar a la gente y organizar una protesta
llevando un escrito al ayuntamiento y denunciarlo a la prensa ?
Son las diez de la mañana,
los teléfonos habían estado funcionando todo día anterior. Como
era una cosa del pueblo estábamos todas unidas. Después de haber
bajado en coche y reunirse en una carballeira* robledal donde está
el campo de la fiesta, una comitiva de vecinas de nuestro pueblo y de
los alrededores, se acercan al ayuntamiento del pueblo.
Llevan pancartas y
letreros, que denuncian el uso de terrenos del comunal y el cierre
del manantial en el campo del lobo.
Al llegar, los
municipales, que ya estaban sobre aviso, se ponen ocupando la entrada
del ayuntamiento para impedir el acceso de las vecinas. Después de
unas discusiones, las mujeres se instalan con la pancarta en la plaza
del pueblo enfrente del ayuntamiento.
Esa mañana hace sol y el
sol comienza apretar. Marise que está en una punta de la pancarta
tira de ella arrastrando a sus compañeras, para ponerse bajo la
sombra que da la pared del edificio del ayuntamiento. Los municipales
no las quieren dejar arrimarse a la pared buscando cobijo, porque
pretenden que el calor disperse a las mujeres, pero sus esfuerzos son
inútiles. Y cuando se dan cuenta, son ellos los que están en medio
de la plaza, enfrente del ayuntamiento, con las mujeres y la pancarta
impidiendo la entrada en el ayuntamiento.
De repente, ante la
perplejidad de los agentes, como si fuese el agua que desaparece por
el desagüe de un fregadero, la masa de mujeres comienza a disminuir
hasta que finalmente la entrada del ayuntamiento se traga también la
pancarta y las personas que la sujetaban. Han tomado el ayuntamiento.
Los municipales llaman por
teléfono para informar al alcalde, que al oir los gritos de las
mujeres al entrar, en ese momento está huyendo por la parte detrás
del consistorio para evitar a las manifestantes.
Las mujeres han tomado
posiciones en el vestíbulo del ayuntamiento donde están todas
reunidas y como tenían tramado comienzan un encierro de protesta por
el cierre del manantial del monte del lobo. Mientras tanto Marisa y
marise se dirigen al despacho del alcalde, en la planta superior del
edificio, para entregar un escrito de protesta, con las firmas
recogidas de los vecinos del pueblo. Como no está preguntan por el
secretario del ayuntamiento, un funcionario les dice que el
secretario a pedido el día libre y cuando quieren darle entrada al
escrito de denuncia al ayuntamiento , les dicen que el sello del
registro de entrada ha desaparecido. Discuten hasta que finalmente el
registro es aceptado por el funcionario que escribe el recibí a tal
de tal del taltal, a mano, comprometiéndose a darle entrada cuando
aparezca el sello de registro, porque una de las encerradas era su
mujer y fue duramente amenazado.
Después, nuestras
heroínas regresan al vestíbulo y luego de informar a las
manifestadas, se ponen en contacto telefónico con los medios de
comunicación quienes le prometen venir hacer unas fotos si dan
encontrado el lugar.
Ahora, como tenían
previsto, se sientan y continua su encierro de protesta esperando ser
desalojadas pronto del consistorio por las fuerzas del orden locales.
Ya son las dos del
mediodía y las mujeres comienzan a estar intranquilas porque
esperaban ser expulsadas del ayuntamiento antes de la hora de comer
Una de las encerradas
pregunta a marise: - ¿ y no nos expulsaran ya ?, porque yo dejé la
ropa en la lavadora y cuando llegue va estar toda arrugada.
Como ya es la hora de
comer se encargan bocadillos para cada una, pero cuando tardan en
llegar descubren que el pedido ha sido interceptado en la entrada por
los agentes municipales; y para que no puedan introducir los
bocadillos a las insurrectas, al interior del edificio, los
municipales se hayan apostados custodiando las ventanas, para que no
puedan entrar por ahí los bocadillos.
Hablan con representantes
de la oposición si pudieran pasar los bocadillos al acceder a sus
locales en el consistorio, pero ninguno de ellos accede, total
también ellos han votado el acuerdo del alemán.* yo no digo que los
representantes de los partidos no sean dignos para votar pero si que
los que han participado en acuerdos ruinosos para los intereses de
los ciudadanos, excusan de volver presentarse por su partido
político.
Finalmente la señora que
viene hacer la limpieza por la tarde les entra la bolsa con los
bocadillos.
Se saluda con
agradecimiento la llegada de la bolsa y se reparten los bocadillos.
Un silencio se hace en el vestíbulo mientras se comen con avidez. Al
acabar, una de las encerradas pregunta si se puede pedir otro
bocadillo. Todas se ríen, Es una risa sardónica, como la del que se
levanta riéndose con todos los que se ríen de él, después de
tropezar y caer, porque ya daban las cuatro y contaban que la policía
les echaría del ayuntamiento en seguida y podrían estar de regreso
en sus casas a las dos para comer.
Marise pregunta a su amiga
Marisa si tendrán para mucho tiempo y esta preocupada le responde :
- No sé marise, estos son
tan ruines que no sé si no nos dejaran que quedemos encerradas todas
aquí hasta mañana.
Son las seis de la tarde.
El alcalde aparece con su coche, aparcando al lado del ayuntamiento,
del que baja su mujer que le venía riñendo. Al bajar del coche la
mujer se dirige al ayuntamiento increpando a los municipales, y a las
encerradas para que se vayan del ayuntamiento.
Ya en el interior los
municipales al ver entrar a la mujer del alcalde gritando y
amenazando, y temiendo que se desatase la furia de las presentes
contra ella, hacen una cadena humana enfrente de las mujeres
encerradas en el vestíbulo mientras la mujer del alcalde, indignada
con los municipales. les comienza a gritar.
- A mi, a mi, me tenéis
que rodear a mi ... para que no les pegue.
Cuando todo se
tranquilizó, finalmente se logra un acuerdo, para que la limpiadora
pudiera hacer su trabajo, y las mujeres que realizaban el encierro
son desalojadas voluntariamente del ayuntamiento.
Fuera, en la calle, los
familiares que esperaban a sus mujeres, algunos transeúntes curiosos
y las gaviotas que volaban esa tarde victoriosa sobre el cielo, les
hacen coro dando gritos de jubilo mientras van saliendo. Orgullosas
todas se sienten hermanadas después de la jornada.
Ya cuando regresan en sus
coches para sus casas, de repente el coche que va delante del
vehículo de marise, se para y pone las luces de emergencia.
Marise detiene su coche, y
detrás se paran otros dos vehículos de la dispersa comitiva de
regreso.
Alguien baja del coche de
delante y se acerca al auto de marise. Marise baja la ventanilla para
escuchar lo que le vienen a decir : - ! Marise, me he dejado el bolso
dentro del ayuntamiento ¡.
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