Después de
unos minutos eternos el animal medio irguió su cuerpo sobre las patas
delanteras para rascarse el cuello con una de sus patas traseras; de su cuerpo
cayeron unos minúsculos insectos, eran pulgas blancas que no tardaron en
volver al cuerpo del animal; luego terminó de levantarse, movió el hocico
ladeando la cabeza a los lados, y se dirigió a la puerta de salida de la casa
parándose frente a ella. Aunque sus ojos no podían ver más allá de la puerta,
su mirada apuntaba al exterior; así estuvo un rato hasta que arañó la puerta
con una de las patas delanteras, mientras su amo continuaba absorto, leyendo la
página de periódico, sin prestarle atención.
Se apartó de
la puerta de la calle y se dirigió a otra puerta que cerraba la entrada a una de
las habitaciones de la casa. Izó su cuerpo apoyándose con una de sus patas en
la manilla y esta cede con el peso abriéndose la puerta. Desaparece en
el interior de la habitación y regresa llevando en su boca la correa que su amo
le pone para ir a pasear. Se acerca a él y sin soltar
la correa, le da unos golpes con su hocico en una de las piernas a su amo para que baje la hoja de periódico y vea que está
preparado para dar un paseo. Como su amo continua indiferente con la
lectura el animal deja caer la correa al suelo y da dos fuertes ladridos para que le oiga.
Entonces Rosendo se levanta del sillón y, en zapatilla y en bata, amo y perro salen a dar un paseo por el cielo.
mvf.
No hay comentarios:
Publicar un comentario