Hace tiempo el sisa había querido
ingresar en la guardia civil, y para ello tenía que superar unas
pruebas físicas y un examen de aptitud.
Así que empezó a madrugar para
prepararse físicamente. Se levantaba, desayunaba una tostada y
tomaba un vaso de leche, y antes que asomaran los primeros rayos del
sol salía a correr.
El primer día ladraron todos los
perros del vecindario y con el sisa madrugó todo el mundo.
Ese día cuando la gente comenzó a
salir a la calle para hacer la compra todo el mundo andaba con la
pregunta en la boca: - ¿ cual fue el motivo porque se
despertaron todos los perros del vecindario ? .
Al final , “ una de las macetas “
que como no se mueven en todo el día necesitan dormir menos que los
demás, a la hora del coger el pan le contó al panadero y a las
vecinas allí presentes:
- Yo estaba despierta, planchando unas camisas, y al oír los
ladridos de los perros me asome a mirar por la ventana; a penas pude
observar en la penumbra la silueta de un hombre menudito,
corriendo en dirección al monte; saltaba encima de los dedos de los
pies de una manera que me resultaba familiar; pero por más que trate
de recordar no supe quien era. Al cabo de un rato volvieron a
ladrar los perros, era el mismo hombre que venía de regreso;
entonces lo ví más claramente: era el sisa.
Y así el panadero mientras hacia su
reparto fue contando toda la historia.
- ¿ Y
que es lo que estará tramando el sisa ? - Se preguntó la gente.
Pasó el día y nuevamente nada
ocurrió.
El sisa volvió a correr al día
siguiente, pero esta vez los gallos del vecindario, que el día
anterior habían sido pillados por sorpresa, empezaron a cantar a la
hora en que se encendió la luz de la habitación en la casa del
sisa, anticipándose a los perros, y cuando el sisa salió para echar
a correr ya todo el mundo estaba despierto para verle.
Y los comentarios del segundo día
siguiente fueron los mismos añadiéndose además :
- Fuera lo que fuese, lo hizo mal y tuvo que repetir la operación.
Pero ese mismo día llegado al
anochecer tampoco ocurrió nada.
Volvió a ocurrir lo mismo el tercer
día siguiente. Y al final la gente dijo:
- Fuera lo que fuese, lo que estaba
tramando el sisa, había de necesitar intentarlo varias veces para
que saliese bien. Era el sisa.
Y así fue como la gente se acostumbró
al correr del sisa con los primeros rayos del sol del día, y los
gallos y los perros terminaron por dejar de despertar al vecindario cuando salía de su casa al amanecer.
Faltaban pocos días para la prueba
cuando nos enteramos por la madre del sisa que su hijo estaba
preparando las pruebas para ingresar en la guardia civil porque ya
era imposible tenerlo oculto por más tiempo.
El día de la prueba, el sisa y su
madre marcharon a la coruña en el autobús de las siete da la
mañana. Como era de esperar el sisa fue rechazado por no dar la
talla mínima que se requería para los aspirantes. Tan pronto
regresaron los dos de la capital, la madre del sisa nos llamó para
pedir el número de teléfono de nuestro abogado. Quería demandar a
la guardia civil porque era un discriminación que a su hijo por ser
hombre le pidiesen una talla mayor que las que le piden a las mujeres
par poder ingresar como aspirante.
Afortunadamente el sisa abandonó
enseguida la idea de querer ser guardia civil, porque karusso,
el patriarca de los gitanos, encontrándose en la feria
con él acertó a convencerlo, con su extraño acento de los países del
este, que como con su estatura estaba hecho para entrar por todos los
huecos por donde nadie podía meterse, debía vivir en paz consigo mismo y dedicarse a ayudar a sus vecinos y amigos, cuando habían extraviado las llaves de abrir la puerta de sus casas, y no malgastar su talento
ingresando en la guardia civil.
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