Al sisa le tocó la mañana de un sábado. El día anterior, cuando jugaban en el patio, después de oirse el silbato del padre prefecto oyó su voz que le llamaba :
- ¡ Sisa !
El sisa se puso pálido al oírlo y corrió juntó al cura sin demora.
El padre prefecto tenía delante del sisa su libreta de pauta de tapas negras en la mano, y un raido lápiz. Miró para la libreta y le dijo:
- Mañana sábado, después de desayunar y limpiar los dormitorios, bajas a la portería y te presentas a don Galvino -. Galvino, el portero, era el hombre para todo del centro.
- Si padre - le respondió el sisa.
Y el padre prefecto, después de oír la respuesta, sin apenas mirarle continuó su paseo por el patio.
A la mañana siguiente, el sábado, después de terminar la hora del desayuno, el sisa estaba con el abejorro esperando en la portería que llegase don Galvino.
Abejorro era un niño bajito y gordo, tenía su cara llena de pecas, una sonrisa limpia y le caía bien "a casi todo el mundo", y nadie se atrevía a meterse con él porque nadie quería que le pasase lo mismo que a él.
Abejorro era la victima del profesor de educación física .
- ¡ A ver abejorro salta el potro !.
El potro era un aparato de gimnasia que consistía en un cuerpo de cuero sobre cuatro patas que había que saltar. Se echaba una carrera acalorada y poniendo las dos manos encima de él se tomaba impulso para saltar acrobáticamente con las piernas entreabiertas.
Abejorro se echaba a llorar de impotencia cada vez que oía la voz del profesor de gimnasia porque él era incapaz de saltar el potro. Tomaba carrera y su cuerpo se estrellaba derrotado contra el cuerpo duro y seco del potro , o caía humillado sobre sus patas.
y entonces todos los niños se reían de él:
- ¡ A ver abejorro, salta el potro ¡ .
El profesor de gimnasia había estado en el ejercito. Se decía que había sido sargento en los pelotones que habían estado buscando gente, en nombre de dios, la patria y la familia, para ajusticiarlos por la noche en lugares escondidos. . A lo sumo no sabía más gimnasia que la de desfilar, marcar el paso, parar y cuadrarse, y correr, mucho correr en fila de a uno alrededor del campo de futbol donde acababan a pesar de los malos estudios los que creíamos que iban a ser más fuerte y mejores que los demás.
Mientras abejorro estaba tirado frente al aparato de gimnasia le profería insultos, ante las risas de los demás niños, que pretendía levantarle la moral y alentarlo con sus humillaciones para que se levantase del suelo y volviera a morder el potro.
- ¡ Abejorro, veamos que tal salta hoy el potro...!
Abejorro salió de la formación, mientras estallaban las risas de los niños, y se detuvo frente el profesor de gimnasia.
- Profesor , nos han enseñado que todos los hombres somos hermanos pero Ud. no lo debe saber. Porque Ud. debe ser un hijo de perra profesor.
Aquella tarde, en la clase de gimnasia todos los niños se quedaron mirando estupefactos para abejorro.
Abejorro era gordo, bajo y comunista.
mvf.
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